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"El
escritor es un ingeniero del alma humana"
Stalin
(1878-1953), líder político ruso
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En
este número:
1. Recomendados
para regalar en este fin de año
2. Foro:
las mejores narraciones
policiales
3. Sobre política y lenguaje: última
entrega de vicios
de la escritura,
por
George Orwell
4.
Efemérides: Pedro Salinas
5. Direcciones
6. Suscripciones
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Si de elegir regalos se trata, pocas cosas hay más
gratificantes que regalar libros. Y pocas más
prometedoras que recibirlos como regalo.
Para estas fiestas -o si quieren,
pensando en el fin de año y en el receso que lo
acompaña- les ofrecemos un listado de libros muy
interesantes para considerar como obsequios.
El
listado está pensado según distintos perfiles: para hombres
y mujeres de mediana edad, ya plantados en la vida; para
niños, y para apasionados en las artes o en las ideas de
todas las edades.
Yendo en contra de la convención, primero los
"caballeros":
No podemos dejar de recomendar los varios títulos de
Carlos Martín Pérez, best seller
instaladísimo de nuestra editorial (hace años que ocupa
los
primeros puestos). Son
libros de autoayuda para aprender
a pensar como estrategas, con claves extraídas de la
sabiduría de distintos pensadores a lo largo de la
historia. Pero tal vez los lectores expresen mejor sus
méritos que nosotros. Aquí el comentario de uno de
ellos, dejado en nuestras páginas:
"Soy un recalcitrante lector de
libros de autoayuda. Lo que he leído hasta ahora me
parece magnífico, muy sincero y muy natural, con mucha
verdad subyacente. Me encanta esa tendencia -me parece
innata- que posee el autor de llamar al pan pan y al
vino vino y no andar con esas medias tintas que dan
un tono de falsete a muchos otros libros, pienso también
que la realidad es la que hay y lo demás son falacias y
moralinas y que la realidad, ya sea de la
política, de la empresa, etc. está muy perturbada y los
que quieran sobrevivir han de saberlo."
Son
varios los títulos de este autor (El
arte de la ventaja,
Estrategia y mente. El código del
gran juego), pero dos buenos libros con los
que empezar a adentrarse en su obra son
El gran juego y
36 estrategias chinas.
Un poco de literatura en formato de cuentos puede
venirles bien también. Les proponemos
Las formas de la felicidad,
un conjunto de relatos del escritor argentino, radicado
en Barcelona,
Nicolás Friedman.
El libro narra diversas historias: la de un hombre al
que le gusta el riesgo; la de otro que sueña con el
fracaso, la de una chica que desea casarse, todas
narradas con bondad, con maldad, con humor y con ironía.
Para las mujeres, pensamos en historias sustanciosas:
Por ejemplo, la de
Ana en carne viva, una
obra casi autobiográfica de
Florencia Tobal que
narra las dificultades de la inmigración, pero en
realidad de los cambios profundos en general.
También recomendamos a la muy buena
autora catalana
Isabel Güell, con su
libro
El viaje a Colorado.
Anticipa la contratapa: "Una boda sorpresa. Una mujer
sin su historia. Un improvisado viaje por la costa oeste
de Florida destino a Colorado con los tambores del amor
resonando de fondo y de acción. Es lo bonito de viajar:
pasan cosas".
Y por último, una novela histórica
de la autora panameña
Mónica Miralles,
Con este signo vencerás. La
imperatoria del Sol Invictus. Poder, intriga,
fe, amor, bajas pasiones y la verdadera amistad se unen
en este apasionante relato que nos traslada a una de las
épocas que todos deberíamos conocer porque marcaron los
inicios de una de las religiones más poderosas del
mundo. Contada desde adentro por uno de los
protagonistas, esta apasionante historia mezcla
hechos históricos, personajes reales, leyendas y
tradiciones con historias de amor y pasión.
Para los niños hay ficciones
creativas, con buenos mensajes, lúdicas. La clase de
libros que nos gusta que nuestros niños lean.
Por ejemplo, el caso de
Confidencias con Simón,
de la autora española
María del Amo, un
cuento que narra la simpatiquísima relación entre Alex y
su perro Simón, relación que muchas aventuras narradas
con belleza y comicidad.
También pueden tener en cuenta
La princesa bruja, de
la autora cubana
Naysé Cedeño. Esta
preciosa historia comienza cuando una bruja joven y
ambiciosa viola la más importante de las leyes de la
magia. El mundo mágico está en peligro, y nadie lo sabrá
hasta que sea demasiado tarde...
Y para todos, temas para pensar y debatir:
política, inmigración, cuestiones sociales sensibles,
religión. Y también otras cuestiones de conversación,
como el cine.
28 lecciones de vida (que aprendí
en el cine) es un libro ameno y muy
disfrutable, no en vano premiado por el periódico
mexicano El Economista.
Su autor,
Ramiro Chávez Gochicoa,
lo define así:
"28 lecciones de vida como metáfora
personal. 28 consejos desordenados de utilidad práctica
para la vida cotidiana. 28, que es por igual un símbolo,
aberración, crítica, alegría, sensualidad y
contradicción. 28 películas como excusa para desarrollar
conceptos básicos de vida y humanidad. 28 cineastas que
van desde los grandes maestros (Fellini, Scorsese,
Buñuel) hasta rarezas del cine de culto o del capricho
visceral."
Otro libro para nutrirse mentalmente
es
Los colores del agua. Diálogo a
tres bandas, un libro verdaderamente
interdisciplinario (escrito por el psicoanalista
Fernando Jiménez Hernández-Pinzón,
el filósofo
José María Carrascosa González
y el químico
Antonio Espinosa Úbeda),
que consiste en la transcripción del intercambio entre
estos tres especialistas acerca de temas de interés
universal. Desde sus distintos puntos de vista, los tres
aportan su formación y capacidad reflexiva para intentar
acceder en conjunto a ideas más verdaderas.
Un tema polémico, la eutanasia, y
dos libros que se ocupan de él:
Eutanasia. Una batalla por ganar,
de
Juan A. Mateu, y
Soy mi dignidad. Eutanasia y
suicido asistido, del autor también español
Marcelo Palacios. Para formar nuestra opinión
al respecto de manera fundamentada.
Finalmente, y ahora remontándonos a las fuentes de la
civilización (lo que siempre sirve para entender mejor
nuestro presente), sugerimos
Envidia y política en la Antigua
Grecia, del especialista
Jorge Márquez, que nos
explica:
"Estudiar a los griegos es, en
cierta forma, estudiarnos a nosotros mismos; analizar
sus pasiones políticas es también conocer las nuestras.
Los vínculos entre las instituciones, la competencia
partidista y la envidia, tejen una red compleja que,
vista en conjunto, nos ayuda a resolver el enigma que
enloqueció a la esfinge en Edipo: el hombre. "
Todos los libros recomendados
se ofrecen versión digital e impresa. Es decir que los
pueden comprar hoy mismo y recibirlos en un par de
semanas, antes de Navidad (usted puede decidir si
prefiere enviarlo como una sorpresa al homenajeado o
puede encargarlo directamente a su domicilio y
entregarlo en persona).
SEGUIREMOS EN EL PRÓXIMO
BOLETÍN CON MÁS RECOMENDACIONES
El
clásico
de regalo (¡para la merecida autogratificación!)
La alucinación de Stanley Fleming
Uno de los más logrados cuentos de misterio de
Ambrose Bierce. Un hombre
despierta todas las noches y ve un enorme perro negro de
Terranova con una pata blanca que lo mira fijamente. ¿Cómo saber
si algo es fruto de la imaginación o pertenece la realidad?
Trate de develarlo en este pequeño relato que lo atrapará.
¿Usted
también escribe? Poesía, ensayo, relatos, novelas...
Sea parte de nuestro
catálogo.
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en la página de planes de edición para conocer nuestras
propuestas.
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El 1º de diciembre se cumple un aniversario de la
primera aparición del personaje de
Sherlock Holmes, con la
publicación de
Un estudio en escarlata
en 1887.
Sherlock Holmes es uno
de los máximos exponentes de los detectives creados por
el policial clásico, personajes siempre algo
excéntricos, al margen de las instituciones y muñidos de
una única arma: la razón.
El
género del policial clásico,
también llamado de enigma, inglés o
novela problema, caracterizado por presentar tanto
la historia de un crimen, como la historia de su
investigación, tiene un mérito único dentro de la
literatura. Sus narraciones logran sacarnos de la
realidad diaria como no lo hace otro tipo de obras; son
relatos que logran introducirnos en un mundo
apasionante, en el que hay que deducir acertijos y
atrapar pistas, configurar personalidades a partir de
pocos indicios y usar nuestra lógica y nuestro
conocimiento de mundo al máximo... para finalmente ser
sorprendidos magistralmente hacia las últimas páginas.
Si pensamos en los autores insoslayables, no podemos
dejar de mencionar a
Agatha Christie
(con Hércules Poirot y Miss Maple),
Sir Arthur Conan Doyle y
Gilbert Chesterton, con
su cándido personaje, el padre Brown. Hay quienes
incluirían, también, a George Simenon y a Edgar Allan
Poe.
¿Cuál creen ustedes que es el mejor autor o la mejor
autora de relatos policiales y qué personajes creados
por ellos son los más logrados?
Nos sumamos a una discusión en realidad ya previa aquí
en el foro.
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3.
Sobre política y lenguaje, vicios de la escritura. George Orwell* |
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Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje
también puede corromper el pensamiento. Un mal uso se puede
difundir por tradición e imitación aun entre personas que
deberían saber y obrar mejor. El lenguaje degradado que he
examinado es, en cierta forma, muy conveniente. Expresiones
como "un supuesto no injustificable", "una consideración que
siempre debemos tener en mente", dejan mucho que desear, no
cumplen un buen propósito, son una tentación continua, una
caja de aspirinas siempre al alcance de la mano. Relea este
ensayo, y con toda seguridad encontrará que una y otra vez
he cometido las mismas faltas contra las que he protestado.
En el correo de esta mañana recibí un panfleto sobre las
condiciones en Alemania. El autor me decía que se "sintió
impelido" a escribirlo. Lo abrí al azar y ésta es la primera
frase que leí: " [Los Aliados] no sólo tienen la oportunidad
de lograr una transformación radical de la estructura social
y política de Alemania de tal manera que eviten una reacción
nacionalista en la misma Alemania, sino que al mismo tiempo
pueden sentar los fundamentos de una Europa cooperativa y
unificada". Cuando se lee que se "sintió impelido" a
escribir es de presumir que tiene algo nuevo que decir, pero
sus palabras, como corceles de caballería que responden al
clarín, se juntan automáticamente en una alineación
monótonamente familiar. Esta invasión de la mente por frases
hechas ("sentar los fundamentos", "lograr una transformación
radical" ) sólo se puede evitar si se está continuamente en
guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia
una parte del cerebro.
Dije antes que la decadencia de nuestro lenguaje es
remediable. Quienes lo niegan argumentarían, en caso de que
pudieran elaborar un argumento, que el lenguaje simplemente
refleja las condiciones sociales existentes, y que no
podemos influir en su desarrollo directamente, jugando con
palabras y construcciones. Así puede suceder con el tono o
espíritu general de un lenguaje, pero no es verdad para sus
detalles. Las palabras y las expresiones necias suelen
desaparecer, no mediante un proceso evolutivo sino a causa
de la acción consciente de una minoría. Dos ejemplos
recientes: "explorar todas las avenidas" y "no dejar piedra
sobre piedra", que fueron liquidadas por las burlas de
algunos periodistas. Hay una larga lista de metáforas
corruptas que también desaparecerían si un buen número de
personas se empeñara en esa tarea; y debería ser posible
burlarse de la expresión "no informe" hasta que deje de
existir, reducir la cantidad de latín y griego en la frase
promedio, excluir las locuciones extranjeras y las palabras
científicas erróneas, y, en general, lograr que el tono
pretencioso pase de moda. Pero todos éstos son puntos
menores. La defensa del lenguaje inglés implica más que
esto, y quizás es mejor empezar diciendo lo que no implica.
Para empezar, nada tiene que ver con el arcaísmo, con la
preservación de palabras y giros obsoletos del lenguaje, ni
con la exaltación de un "inglés estándar" del que nunca
deberíamos apartarnos. Por el contrario, se trata de
desechar toda palabra o modismo que se ha desgastado y
perdido su utilidad. Nada tiene que ver con la gramática ni
con la sintaxis correctas, que carecen de importancia cuando
se expresa claramente el significado, ni con la eliminación
de los americanismos, ni con tener lo que se denomina una
"buena prosa". Por otra parte, no se trata de fingir una
falsa simplicidad ni de escribir en inglés coloquial. Ni
siquiera implica preferir en todos los casos la palabra
sajona a la latina, aunque sí implica usar el menor número
de palabras, y las más breves, que cubra el significado. Lo
que se necesita, por encima de todo, es dejar que el
significado elija la palabra y no al revés. En prosa, lo
peor que se puede hacer con las palabras es rendirse a
ellas. Cuando usted piensa en un objeto concreto, piensa sin
palabras, y luego, si quiere describir lo que ha
visualizado, quizá busque hasta encontrar las palabras
exactas que concuerdan con ese objeto. Cuando piensa en algo
abstracto se inclina más a usar palabras desde el comienzo,
y salvo que haga un esfuerzo consciente para evitarlo, el
dialecto existente vendrá de golpe y hará la tarea por
usted, a expensas de confundir e incluso alterar su
significado. Quizá sea mejor que evite usar palabras en la
medida de lo posible y logre un significado tan claro como
pueda mediante imágenes y sensaciones. Después puede elegir
-y no simplemente aceptar- las expresiones que cubran mejor
el significado, y luego ponerse en el lugar del lector y
decidir qué impresiones producen en él las palabras que ha
elegido. Este último esfuerzo de la mente suprime todas las
imágenes desgastadas o confusas, todas las frases
prefabricadas, las repeticiones innecesarias, y las trampas
y vaguedades. Pero a menudo usted puede tener dudas sobre el
efecto de una palabra o una expresión, y necesita reglas en
las que pueda confiar cuando falla el instinto. Pienso que
las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:
Nunca use una metáfora, un símil u otra figura gramatical
que suela ver impresa.
Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.
Si es posible suprimir una palabra, suprímala.
Nunca use la voz pasiva cuando pueda usar la voz activa.
Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o
un término de jerga si puede encontrar un equivalente del
inglés [vale también para el español, por supuesto] cotidiano.
Rompa cualquiera de estas reglas antes de decir un
barbarismo.
Estas reglas parecen elementales, y lo son, pero exigen un
profundo cambio de actitud en todos aquellos que se han
acostumbrado a escribir en el estilo que hoy está de moda.
Uno puede cumplir todas ellas y aun así escribir un mal
inglés, pero no podría escribir el tipo de banalidades que
cité en esos cinco especimenes al comienzo de este artículo.
Aquí no he examinado el uso literario del lenguaje, tan sólo
el lenguaje como instrumento para expresar y no para ocultar
o evitar el pensamiento. Stuart Chase y otros han llegado a
pretender que todas las palabras abstractas carecen de
sentido, y han usado esto como pretexto para defender una
especie de quietismo político. Si no sabe qué es el
fascismo, ¿cómo puede luchar contra el fascismo? Uno no
tiene que tragarse absurdos como éste, pero ha de reconocer
que el actual caos político está ligado a la decadencia del
lenguaje y que quizá puede aportar alguna mejora empezando
por el aspecto verbal. Si simplifica su inglés, se libera de
las peores tonterías de la ortodoxia. No puede hablar
ninguno de los dialectos necesarios, y cuando haga un
comentario estúpido su estupidez se tornará obvia, aun para
usted mismo. El lenguaje político -y, con variaciones, esto
es verdad para todos los partidos políticos, desde los
conservadores hasta los anarquistas- es construido para
lograr que las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato
respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero
viento. Uno no puede cambiar esto en un instante, pero puede
cambiar los hábitos personales, y de vez en cuando puede
incluso, si se burla en voz bastante alta, lanzar alguna
frase trillada e inútil -alguna bota militar, un talón de
Aquiles, un crisol, una prueba ácida, un verdadero infierno,
o algún otro desecho o residuo verbal- a la basura, al lugar
a donde pertenece.
[Última entrega]
*Extraído de George
Orwell, "La política y el lenguaje inglés" (1946).
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El...
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26 de noviembre de
1912 nace el dramaturgo francés, de origen rumano,
Eugene Ionesco, el máximo representante del teatro del
absurdo. Entre sus obras, se destacan La cantante calva
(1950), El rey se muere (1962) y La sed y el hambre
(1964).
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27 de noviembre de 1891 nace el poeta español
Pedro
Salinas, miembro de la Generación del 27, muerto en Boston en 1951.
Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y fue profesor en
las universidades de Sorbona y Cambridge.
De su obra poética se destacan Presagios, Razón de
amor y Largo lamento. De él recordaremos el
poema "Ahora te quiero...":
Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.
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28 de noviembre nació el crítico y
escritor austríaco Stefan Zweig. En 1942, en la
cárcel de Alicante, murió el poeta español Miguel Hernández. Entre sus obras se destacan
Quién te ha
visto y quién te ve, Sobra de los que eras,
El rayo
que no cesa, El hombre acecha y Cancionero y
romancero de ausencia.
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29 de noviembre de 1781, en
Venezuela, nace el escritor y poeta (y además filólogo,
educador y jurisconsulto) Andrés Bello.
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30 de noviembre de 1835 nace el
escritor estadounidense Samuel Clemens, más conocido por
su seudónimo:
Mark
Twain.
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3 de diciembre de 1894 muere
Robert Louis Stevenson,
novelista escocés.
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4 de diciembre de 1875 nace el poeta austríaco
Rainer
María Rilke.
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10 de diciembre de 1902 (como
nos recordó Dayamy Lima Rojas), nació la poetisa cubana
Dulce María Loynaz.
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12 de diciembre 1821 nace
Gustave Flaubert, novelista
francés.
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14 de diciembre de 1797 nace Heinrich Heine,
poeta romántico alemán. En 1993, fallece Silvina
Ocampo, escritora argentina.
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19 de diciembre es un gran día para la ciencia
ficción: nace, en 1917, Arthur Charles Clarke, escritor inglés;
y, en 1928, el escritor estadounidense
Philip Dick.
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21 de diciembre muere John Ernst Steinbeck, escritor
estadounidense, ganador del Premio Nobel en 1962.
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