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Boletín de LibrosEnRed Nº 106
 26 de noviembre de 2009
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"El escritor es un ingeniero del alma humana" 
Stalin (1878-1953), líder político ruso

En este número:

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Si de elegir regalos se trata, pocas cosas hay más gratificantes que regalar libros.
Y pocas más prometedoras que recibirlos como regalo.

Para estas fiestas -o si quieren, pensando en el fin de año y en el receso que lo acompaña- les ofrecemos un listado de libros muy interesantes para considerar como obsequios.

El listado está pensado según distintos perfiles: para hombres y mujeres de mediana edad, ya plantados en la vida; para niños, y para apasionados en las artes o en las ideas de todas las edades.



Yendo en contra de la convención, primero los "caballeros":

No podemos dejar de recomendar los varios títulos de Carlos Martín Pérez, best seller instaladísimo de nuestra editorial (hace años que ocupa los primeros puestos). Son libros de autoayuda para aprender a pensar como estrategas, con claves extraídas de la sabiduría de distintos pensadores a lo largo de la historia. Pero tal vez los lectores expresen mejor sus méritos que nosotros. Aquí el comentario de uno de ellos, dejado en nuestras páginas:

"Soy un recalcitrante lector de libros de autoayuda. Lo que he leído hasta ahora me parece magnífico, muy sincero y muy natural, con mucha verdad subyacente. Me encanta esa tendencia -me parece innata- que posee el autor de llamar al pan pan y al vino vino y no andar con esas medias tintas que dan un tono de falsete a muchos otros libros, pienso también que la realidad es la que hay y lo demás son falacias y moralinas y que la realidad, ya sea de la política, de la empresa, etc. está muy perturbada y los que quieran sobrevivir han de saberlo."
 

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tapaSon varios los títulos de este autor (El arte de la ventaja, Estrategia y mente. El código del gran juego), pero dos buenos libros con los que empezar a adentrarse en su obra son El gran juego y 36 estrategias chinas.






Un poco de literatura en formato de cuentos puede venirles bien también. Les proponemos Las formas de la felicidad, un conjunto de relatos del escritor argentino, radicado en Barcelona, Nicolás Friedman. El libro narra diversas historias: la de un hombre al que le gusta el riesgo; la de otro que sueña con el fracaso, la de una chica que desea casarse, todas narradas con bondad, con maldad, con humor y con ironía.



Para las mujeres, pensamos en historias sustanciosas:

Por ejemplo, la de Ana en carne viva, una obra casi autobiográfica de Florencia Tobal que narra las dificultades de la inmigración, pero en realidad de los cambios profundos en general.

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También recomendamos a la muy buena autora catalana Isabel Güell, con su libro El viaje a Colorado. Anticipa la contratapa: "Una boda sorpresa. Una mujer sin su historia. Un improvisado viaje por la costa oeste de Florida destino a Colorado con los tambores del amor resonando de fondo y de acción. Es lo bonito de viajar: pasan cosas".

 

Y por último, una novela histórica de la autora panameña Mónica Miralles, Con este signo vencerás. La imperatoria del Sol Invictus. Poder, intriga, fe, amor, bajas pasiones y la verdadera amistad se unen en este apasionante relato que nos traslada a una de las épocas que todos deberíamos conocer porque marcaron los inicios de una de las religiones más poderosas del mundo. Contada desde adentro por uno de los protagonistas, esta apasionante historia mezcla hechos históricos, personajes reales, leyendas y tradiciones con historias de amor y pasión.

 

Para los niños hay ficciones creativas, con buenos mensajes, lúdicas. La clase de libros que nos gusta que nuestros niños lean.

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Por ejemplo, el caso de Confidencias con Simón, de la autora española María del Amo, un cuento que narra la simpatiquísima relación entre Alex y su perro Simón, relación que muchas aventuras narradas con belleza y comicidad.

 

 

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También pueden tener en cuenta La princesa bruja, de la autora cubana Naysé Cedeño. Esta preciosa historia comienza cuando una bruja joven y ambiciosa viola la más importante de las leyes de la magia. El mundo mágico está en peligro, y nadie lo sabrá hasta que sea demasiado tarde...


 


Y para todos, temas para pensar y debatir: política, inmigración, cuestiones sociales sensibles, religión. Y también otras cuestiones de conversación, como el cine.

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28 lecciones de vida (que aprendí en el cine) es un libro ameno y muy disfrutable, no en vano premiado por el periódico mexicano El Economista.

Su autor, Ramiro Chávez Gochicoa, lo define así:

"28 lecciones de vida como metáfora personal. 28 consejos desordenados de utilidad práctica para la vida cotidiana. 28, que es por igual un símbolo, aberración, crítica, alegría, sensualidad y contradicción. 28 películas como excusa para desarrollar conceptos básicos de vida y humanidad. 28 cineastas que van desde los grandes maestros (Fellini, Scorsese, Buñuel) hasta rarezas del cine de culto o del capricho visceral."
 

Otro libro para nutrirse mentalmente es Los colores del agua. Diálogo a tres bandas, un libro verdaderamente interdisciplinario (escrito por el psicoanalista Fernando Jiménez Hernández-Pinzón, el filósofo José María Carrascosa González y el químico Antonio Espinosa Úbeda), que consiste en la transcripción del intercambio entre estos tres especialistas acerca de temas de interés universal. Desde sus distintos puntos de vista, los tres aportan su formación y capacidad reflexiva para intentar acceder en conjunto a ideas más verdaderas.

Un tema polémico, la eutanasia, y dos libros que se ocupan de él: Eutanasia. Una batalla por ganar, de Juan A. Mateu, y Soy mi dignidad. Eutanasia y suicido asistido, del autor también español Marcelo Palacios. Para formar nuestra opinión al respecto de manera fundamentada.

Finalmente, y ahora remontándonos a las fuentes de la civilización (lo que siempre sirve para entender mejor nuestro presente), sugerimos Envidia y política en la Antigua Grecia, del especialista Jorge Márquez, que nos explica:

"Estudiar a los griegos es, en cierta forma, estudiarnos a nosotros mismos; analizar sus pasiones políticas es también conocer las nuestras. Los vínculos entre las instituciones, la competencia partidista y la envidia, tejen una red compleja que, vista en conjunto, nos ayuda a resolver el enigma que enloqueció a la esfinge en Edipo: el hombre. "
 

Todos los libros recomendados se ofrecen versión digital e impresa. Es decir que los pueden comprar hoy mismo y recibirlos en un par de semanas, antes de Navidad (usted puede decidir si prefiere enviarlo como una sorpresa al homenajeado o puede encargarlo directamente a su domicilio y entregarlo en persona).

SEGUIREMOS EN EL PRÓXIMO BOLETÍN CON MÁS RECOMENDACIONES
 

 

El clásico de regalo (¡para la merecida autogratificación!)
 

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La alucinación de Stanley Fleming

Uno de los más logrados cuentos de misterio de Ambrose Bierce. Un hombre despierta todas las noches y ve un enorme perro negro de Terranova con una pata blanca que lo mira fijamente. ¿Cómo saber si algo es fruto de la imaginación o pertenece la realidad? Trate de develarlo en este pequeño relato que lo atrapará.

 


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2. Foros
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El 1º de diciembre se cumple un aniversario de la primera aparición del personaje de Sherlock Holmes, con la publicación de Un estudio en escarlata en 1887.

Sherlock Holmes es uno de los máximos exponentes de los detectives creados por el policial clásico, personajes siempre algo excéntricos, al margen de las instituciones y muñidos de una única arma: la razón.

El género del policial clásico, también llamado de enigma, inglés o novela problema, caracterizado por presentar tanto la historia de un crimen, como la historia de su investigación, tiene un mérito único dentro de la literatura. Sus narraciones logran sacarnos de la realidad diaria como no lo hace otro tipo de obras; son relatos que logran introducirnos en un mundo apasionante, en el que hay que deducir acertijos y atrapar pistas, configurar personalidades a partir de pocos indicios y usar nuestra lógica y nuestro conocimiento de mundo al máximo... para finalmente ser sorprendidos magistralmente hacia las últimas páginas.

Si pensamos en los autores insoslayables, no podemos dejar de mencionar a Agatha Christie (con Hércules Poirot y Miss Maple), Sir Arthur Conan Doyle y Gilbert Chesterton, con su cándido personaje, el padre Brown. Hay quienes incluirían, también, a George Simenon y a Edgar Allan Poe.

¿Cuál creen ustedes que es el mejor autor o la mejor autora de relatos policiales y qué personajes creados por ellos son los más logrados?

Nos sumamos a una discusión en realidad ya previa aquí en el foro.

 

3. Sobre política y lenguaje, vicios de la escritura. George Orwell*
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Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento. Un mal uso se puede difundir por tradición e imitación aun entre personas que deberían saber y obrar mejor. El lenguaje degradado que he examinado es, en cierta forma, muy conveniente. Expresiones como "un supuesto no injustificable", "una consideración que siempre debemos tener en mente", dejan mucho que desear, no cumplen un buen propósito, son una tentación continua, una caja de aspirinas siempre al alcance de la mano. Relea este ensayo, y con toda seguridad encontrará que una y otra vez he cometido las mismas faltas contra las que he protestado. En el correo de esta mañana recibí un panfleto sobre las condiciones en Alemania. El autor me decía que se "sintió impelido" a escribirlo. Lo abrí al azar y ésta es la primera frase que leí: " [Los Aliados] no sólo tienen la oportunidad de lograr una transformación radical de la estructura social y política de Alemania de tal manera que eviten una reacción nacionalista en la misma Alemania, sino que al mismo tiempo pueden sentar los fundamentos de una Europa cooperativa y unificada". Cuando se lee que se "sintió impelido" a escribir es de presumir que tiene algo nuevo que decir, pero sus palabras, como corceles de caballería que responden al clarín, se juntan automáticamente en una alineación monótonamente familiar. Esta invasión de la mente por frases hechas ("sentar los fundamentos", "lograr una transformación radical" ) sólo se puede evitar si se está continuamente en guardia contra ellas, y cada una de esas frases anestesia una parte del cerebro.

Dije antes que la decadencia de nuestro lenguaje es remediable. Quienes lo niegan argumentarían, en caso de que pudieran elaborar un argumento, que el lenguaje simplemente refleja las condiciones sociales existentes, y que no podemos influir en su desarrollo directamente, jugando con palabras y construcciones. Así puede suceder con el tono o espíritu general de un lenguaje, pero no es verdad para sus detalles. Las palabras y las expresiones necias suelen desaparecer, no mediante un proceso evolutivo sino a causa de la acción consciente de una minoría. Dos ejemplos recientes: "explorar todas las avenidas" y "no dejar piedra sobre piedra", que fueron liquidadas por las burlas de algunos periodistas. Hay una larga lista de metáforas corruptas que también desaparecerían si un buen número de personas se empeñara en esa tarea; y debería ser posible burlarse de la expresión "no informe" hasta que deje de existir, reducir la cantidad de latín y griego en la frase promedio, excluir las locuciones extranjeras y las palabras científicas erróneas, y, en general, lograr que el tono pretencioso pase de moda. Pero todos éstos son puntos menores. La defensa del lenguaje inglés implica más que esto, y quizás es mejor empezar diciendo lo que no implica.

Para empezar, nada tiene que ver con el arcaísmo, con la preservación de palabras y giros obsoletos del lenguaje, ni con la exaltación de un "inglés estándar" del que nunca deberíamos apartarnos. Por el contrario, se trata de desechar toda palabra o modismo que se ha desgastado y perdido su utilidad. Nada tiene que ver con la gramática ni con la sintaxis correctas, que carecen de importancia cuando se expresa claramente el significado, ni con la eliminación de los americanismos, ni con tener lo que se denomina una "buena prosa". Por otra parte, no se trata de fingir una falsa simplicidad ni de escribir en inglés coloquial. Ni siquiera implica preferir en todos los casos la palabra sajona a la latina, aunque sí implica usar el menor número de palabras, y las más breves, que cubra el significado. Lo que se necesita, por encima de todo, es dejar que el significado elija la palabra y no al revés. En prosa, lo peor que se puede hacer con las palabras es rendirse a ellas. Cuando usted piensa en un objeto concreto, piensa sin palabras, y luego, si quiere describir lo que ha visualizado, quizá busque hasta encontrar las palabras exactas que concuerdan con ese objeto. Cuando piensa en algo abstracto se inclina más a usar palabras desde el comienzo, y salvo que haga un esfuerzo consciente para evitarlo, el dialecto existente vendrá de golpe y hará la tarea por usted, a expensas de confundir e incluso alterar su significado. Quizá sea mejor que evite usar palabras en la medida de lo posible y logre un significado tan claro como pueda mediante imágenes y sensaciones. Después puede elegir -y no simplemente aceptar- las expresiones que cubran mejor el significado, y luego ponerse en el lugar del lector y decidir qué impresiones producen en él las palabras que ha elegido. Este último esfuerzo de la mente suprime todas las imágenes desgastadas o confusas, todas las frases prefabricadas, las repeticiones innecesarias, y las trampas y vaguedades. Pero a menudo usted puede tener dudas sobre el efecto de una palabra o una expresión, y necesita reglas en las que pueda confiar cuando falla el instinto. Pienso que las reglas siguientes cubren la mayoría de los casos:


Nunca use una metáfora, un símil u otra figura gramatical que suela ver impresa.

Nunca use una palabra larga donde pueda usar una corta.

Si es posible suprimir una palabra, suprímala.

Nunca use la voz pasiva cuando pueda usar la voz activa.

Nunca use una locución extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puede encontrar un equivalente del inglés [vale también para el español, por supuesto] cotidiano.

Rompa cualquiera de estas reglas antes de decir un barbarismo.

Estas reglas parecen elementales, y lo son, pero exigen un profundo cambio de actitud en todos aquellos que se han acostumbrado a escribir en el estilo que hoy está de moda. Uno puede cumplir todas ellas y aun así escribir un mal inglés, pero no podría escribir el tipo de banalidades que cité en esos cinco especimenes al comienzo de este artículo.

Aquí no he examinado el uso literario del lenguaje, tan sólo el lenguaje como instrumento para expresar y no para ocultar o evitar el pensamiento. Stuart Chase y otros han llegado a pretender que todas las palabras abstractas carecen de sentido, y han usado esto como pretexto para defender una especie de quietismo político. Si no sabe qué es el fascismo, ¿cómo puede luchar contra el fascismo? Uno no tiene que tragarse absurdos como éste, pero ha de reconocer que el actual caos político está ligado a la decadencia del lenguaje y que quizá puede aportar alguna mejora empezando por el aspecto verbal. Si simplifica su inglés, se libera de las peores tonterías de la ortodoxia. No puede hablar ninguno de los dialectos necesarios, y cuando haga un comentario estúpido su estupidez se tornará obvia, aun para usted mismo. El lenguaje político -y, con variaciones, esto es verdad para todos los partidos políticos, desde los conservadores hasta los anarquistas- es construido para lograr que las mentiras parezcan verdaderas y el asesinato respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento. Uno no puede cambiar esto en un instante, pero puede cambiar los hábitos personales, y de vez en cuando puede incluso, si se burla en voz bastante alta, lanzar alguna frase trillada e inútil -alguna bota militar, un talón de Aquiles, un crisol, una prueba ácida, un verdadero infierno, o algún otro desecho o residuo verbal- a la basura, al lugar a donde pertenece.

[Última entrega]

*Extraído de George Orwell, "La política y el lenguaje inglés" (1946).
 
 

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El...

     | 26 de noviembre de 1912 nace el dramaturgo francés, de origen rumano, Eugene Ionesco, el máximo representante del teatro del absurdo. Entre sus obras, se destacan La cantante calva (1950), El rey se muere (1962) y La sed y el hambre (1964).

     | 27 de noviembre de 1891 nace el poeta español Pedro Salinas, miembro de la Generación del 27, muerto en Boston en 1951. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y fue profesor en las universidades de Sorbona y Cambridge. De su obra poética se destacan Presagios, Razón de amor y Largo lamento. De él recordaremos el poema "Ahora te quiero...":

Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.

¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esta hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir,
como está
el gran amor de los muertos.

 

     | 28 de noviembre nació el crítico y escritor austríaco Stefan Zweig. En 1942, en la cárcel de Alicante, murió el poeta español Miguel Hernández. Entre sus obras se destacan Quién te ha visto y quién te ve, Sobra de los que eras, El rayo que no cesa, El hombre acecha y Cancionero y romancero de ausencia.

     | 29 de noviembre de 1781, en Venezuela, nace el escritor y poeta (y además filólogo, educador y jurisconsulto) Andrés Bello.

     | 30 de noviembre de 1835 nace el escritor estadounidense Samuel Clemens, más conocido por su seudónimo: Mark Twain.

     | 3 de diciembre de 1894 muere Robert Louis Stevenson, novelista escocés.

     | 4 de diciembre de 1875 nace el poeta austríaco Rainer María Rilke.

     | 10 de diciembre de 1902 (como nos recordó Dayamy Lima Rojas), nació la poetisa cubana Dulce María Loynaz. 

     | 12 de diciembre 1821 nace Gustave Flaubert, novelista francés.

     | 14 de diciembre de 1797 nace Heinrich Heine, poeta romántico alemán. En 1993, fallece Silvina Ocampo, escritora argentina.

     | 19 de diciembre es un gran día para la ciencia ficción: nace, en 1917, Arthur Charles Clarke, escritor inglés; y, en 1928, el escritor estadounidense Philip Dick.

     | 21 de diciembre muere John Ernst Steinbeck, escritor estadounidense, ganador del Premio Nobel en 1962.
 

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06
 

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