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Literatura y realidad
Carina Meirás 29/9/2004


La polémica entre escritores que piensan que la literatura debe reflejar la realidad y los que, por el contrario, creen que debe ser artificiosa y alejarse de ella, es bastante antigua.

Desde distintas posiciones, en Argentina se defendió o se estuvo en contra de la aparición de lo real en la literatura. Borges, por ejemplo, siempre postuló una literatura alejada de lo real, y más bien relacionada con sus lecturas.

En la Unión Soviética de Stalin, el arte realista dio origen al realismo socialista, corriente que se convirtió en dogma. El realismo socialista se opuso a la experimentación de muchas tendencias de vanguardia, que sí habían tenido un lugar en la Unión Soviética de los comienzos. Uno de los argumentos para esta oposición fue que las tendencias de vanguardia no podían dar cuenta de la realidad.

Esta discusión literaria, que se reeditó en los años 70 y cada tanto resurge, parece delinear dos tipos de escritores, uno, comprometido con lo real, y el otro con la literatura.

La dicotomía es algo rígida, pero, además, la idea misma de la realidad es un punto poco claro.


¿Qué es la realidad?

Para empezar, si queremos estar seguros de si un texto es fiel a la realidad o no, primero hay que ponerse de acuerdo en qué es la realidad. Cortázar, contestando un poco a esa pregunta, en una polémica que tuvo en los años 70, afirma: “La auténtica realidad es mucho más que el ‘contexto sociohistórico y político’, la realidad soy yo y setecientos millones de chinos, un dentista peruano y toda la población de Latinoamérica, Óscar Collazos y Australia, es decir el hombre y los hombres (...)”

En definitiva lo que plantea Cortázar es que el concepto de realidad no es tan simple como parece, que la realidad es, de alguna manera, inconmensurable.

Realidad y realismo

El primer problema cuando se habla de que la literatura refleje la realidad es que se olvidan cosas que, si bien parecen obvias, no lo son. La primera es que la literatura trabaja con el lenguaje, y el lenguaje en sí es una mediación (las palabras no son las cosas, y además, qué términos se usan y cómo se usan, ya da cuenta de algo, una decisión estética e, incluso, ideológica). Es decir, que si la realidad aparece, está representada en un texto literario.

Además, cuando se habla de realismo, no se puede dejar de pensar en la tendencia del siglo XIX, que utilizó una serie de recursos literarios.

Roland Barthes, analizando la descripción del entorno real en Madame Bovary, de Flaubert, muestra que está construida para hacer aparecer a la ciudad de Rouen como una pintura (De hecho, cita la descripción: “Así, visto desde lo alto, el paisaje entero tenía un aire como una pintura”), y señala que Flaubert cumple aquí con una definición de Platón, que el artista es un hacedor en tercer grado. Esto implica que el escritor no está trabajando directamente con la realidad, como aparenta, sino que tiene el filtro de las artes plásticas.

Por otra parte, Barthes señala que las descripciones en los relatos realistas tienen por función decir que “son lo real”; en definitiva, que cuando se describe en estas narraciones una ciudad con precisión se está utilizando un recurso.

En este sentido, cuando se menciona al realismo y a los escritores realistas, se habla de alguna manera de escritores que son herederos de la forma de representar de esta tendencia.

No obstante, hay otras formas de representar la realidad. Para el Theodor W. Adorno, la aparente ausencia de sentido en algunas obras de arte moderno tiene relación con representaciones de la realidad. Por ejemplo, Adorno señala que la representación cubista es una crítica a la realidad de su momento (para él "El Guernica", de Picasso, plantea más crudamente el tema de una situación de guerra que cualquier pintura realista), y, con respecto a la aparente falta de coherencia del teatro del absurdo de Beckett, dice: “Las piezas son absurdas no por la ausencia de cualquier sentido –serían entonces irrelevantes–, sino porque tratan sobre él. Son el despliegue de la historia del sentido”.

En definitiva, la literatura puede representar lo real de formas muy diversas, y no sólo intentando que, aparentemente, sea una copia.

Lamentablemente, la confusión entre lo real y las representaciones de lo real no se limitan a la literatura. De hecho, muchas veces vemos los noticieros de televisión como si fueran lo real, y nos olvidamos de que detrás de ellos hay una decisión informativa, tomada por el canal de televisión o por los funcionarios del noticiero, quienes deciden qué hechos de la realidad mostrar y a cuáles darles más peso (lo mismo sucede con las noticias y titulares de los diarios).

La función social de literatura

Hay quienes sostienen que la literatura tiene una función social, y quienes contradicen esta opinión afirman que solamente el arte existe para producir belleza. La literatura, en tanto implica a más de una persona (un escritor, lectores), tiene una circulación y tiene relación con un determinado mercado, es un hecho estético y a la vez social.

No obstante, limitar la literatura a la mera reproducción de la realidad, apelando a esa función social, es empobrecerla un poco.

La realidad puede ser un material más de la literatura. Muchos escritores que se sienten identificados con su tiempo, representan elementos de la realidad. Sin embargo, la tarea de escritor es la literatura. En este sentido, cito a Andrés Rivera, quien dijo recientemente en una entrevista de la Revista Ñ: “No hay manera de transmitir un mensaje, el famoso compromiso de Sartre, sin una buena escritura”.


Bibliografía

Collazos, Óscar, “Óscar Collazos: encrucijada del lenguaje”, y Cortázar, Julio, “Literatura en la revolución y revolución en la literatura: algunos malentendidos a liquidar”, en Collazos, Óscar; Cortázar, Julio; y Vargas Llosa, Mario, Literatura en la revolución y revolución en la literatura (polémica), México, Siglo XXI Editores, 1970.
Adorno, Theodor W., “Sociedad” y “Crisis del sentido”, Teoría estética, Ediciones Orbis, Madrid, 1984, págs. 308 y 204.
Barthes, Roland, “El efecto de lo real”, en Lukacs, Georg; Adorno, Theodor W.; Jakobson, Roman; Fisher, Ernst; y Barthes, Roland, Realismo. ¿Mito, doctrina o tendencia histórica?, Buenos Aires, Ediciones Lunaria, 2002, págs. 78 y 81.
“La ficción del desgarro argentino”, entrevista a Andrés Rivera, Revista Ñ, del diario Clarín, 17 de julio de 2004.


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