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"Lo verdadero puede, a veces, no
ser verosímil. "
Guy de Maupassant (1850-1893),
escritor francés
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En
este número:
1. Editorial:
Los Simpson, ¿parte de la literatura universal?
2. Recomendados del mes y
clásico gaucho de regalo
3. Foro:
Su ciudad literaria preferida
4. Sobre los cuentos de fantasmas, más
reflexiones de
Ítalo Calvino
5.
Efemérides, con poema de
Miguel Hernández
6. Direcciones
7. Suscripciones
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"En cierta medida, Los Simpson ya son parte de la
literatura universal y son un fenómeno que va más allá
del género de la serie de televisión", sostuvo
profesor Henry Keazor, de la Universidad de Frankfurt, en
una entrevista con la página web de la Radio Televisión
del Oeste de Alemania, en el marco de un festival
literario alemán.
Sonará polémico, pero Keazor, especialista en pintura barroca,
ni siquiera se considera una excepción dentro del ámbito
de los historiadores del arte. Sostiene que sus colegas
y él se interesan cada vez más en
la televisión porque en ese espacio se crean muchas de
las imágenes que
imponen un sello en nuestra cultura cotidiana. En
relación con Los Simpson en particular, justificó
su interés diciendo que "hay una confrontación con el
arte anterior para crear algo nuevo. El
arte es siempre arte sobre el arte".
En favor de la tesis de este intelectual, puede decirse
que, ciertamente, el uso de la parodia y la gran
cantidad de referencias que el show pone en juego (hay
citas a películas, canciones, hechos y frases célebres,
personajes conocidos de la política, la música, el arte,
la historia y el deporte) dan gran riqueza cultural a la
serie y la vuelven muy representativa del paradigma
hipertextual que preside los tiempos que corren.
Los Simpson son, además, una reflexión lúcida sobre
el mundo actual, con sus complejidades y sus
contradicciones, que claramente excede el público
infantil y que se anima a tratar temas ríspidos de la
idiosincrasia estadounidense, de la iglesia, de la
política y de la sexualidad.
Muchos críticos de cine y muchos espectadores y
aficionados opinan que la calidad de la trama,
de la elaboración de los personajes y de la factura en
general de las series es hoy superior a la de los films.
Los shows de señales como Sony, AXN,
HBO y otras han
superado, en promedio, un producto tradicionalmente tan cuidado como
eran las
películas. Por citar algunos ejemplos más de programas
televisivos dignos de destacar, está el caso de Seinfeld, el antológico (de culto y
masivo a la vez) show sobre nada; Lost,
una historia que se nutrió -en su concepción al menos-
de referencias a El señor de las moscas y Robinson
Crusoe, o la merecedísimamente premiada Los
Soprano, la historia una familia de la mafia
posmoderna.
Todo esto nos puede llevar a preguntarnos ¿dónde está
el límite entre lo que es cultura y lo que no?
La masividad de una obra, su grado de popularidad, ¿dice
algo del valor de esa obra? Y si dice algo, ¿dice
algo positivo o algo negativo sobre ella? ¿Hay algo que
está ocurriendo con las series de televisión que hace
que cuenten mejor historias de ficción que el cine o
-tal vez, incluso- que las novelas de hoy? Los invitamos
a pensar juntos nuevas preguntas, e intentar respuestas,
aquí.
Hasta el próximo boletín,
Editorial
LibrosEnRed
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Perdido
en las sombras
Santiago
Burelo Ferrer
Novelas
Perdido en las sombras, una novela introspectiva
por Fernando de la Luz
Ciento noventa y cuatro páginas se hojean rápido, pero
recorrerlas de manera concienzuda, de manera lúdica y
reflexiva a la vez nos lleva tiempo, porque en cada
párrafo aparecen metáforas preñadas de imágenes
bellas, ideas frescas y perturbadoras propias
de la niñez y de la adolescencia, y -lo más importante
de todo-, porque a través de la ávida lectura de un
texto que se devora con facilidad y encanto, y atrapa
desde su inicio, el recorrido por el mapa de nuestra
propia existencia se vuelve inevitable.
Miedo, soledad, desconcierto, angustia, frustración,
todo pasa por la infantil mente de quien experimenta
este proceso por primera vez y a la distancia, después
de muchos años, lo recordamos y esa sensación de soledad
en medio de los demás, incluso en medio de multitudes,
quién no la ha experimentado; síndrome famoso de las
grandes urbes, de los grandes conglomerados humanos,
que en efecto, puede ser traumante, pero a la
vez, ese sentimiento de soledad en medio de la multitud,
finalmente, nos lleva a adoptar una actitud reflexiva,
de introspección, de análisis de nuestra existencia, de
donde surge nuestra personalidad, nuestro yo, nuestra
identidad que paradójicamente nos acerca a los demás y
nos hace diferentes, pero somos individuos.
La soledad, a la que se aferra Alfredo, está envuelta
–como él dice- en dos clases de miedo: el miedo a los
fantasmas, a los espectros, y el miedo absoluto a
convivir con los demás, miedo a que descubran su
secreto, a que penetren en su intimidad.
De prosa ágil y frases cortas, el narrador en
primera persona, lo sabe todo y recordando desde la isla
que se ha forjado, nos lleva por los laberintos
insospechados, introspectivos, que bien podríamos darle
al libro, parafraseando a Octavio Paz y sin el
ánimo de plagio, ni de ser blasfemo: el título de El
laberinto de la soledad; lo que Paz refiere a un
pueblo, al surgimiento de una nacionalidad, al choque
violento y demoledor de dos culturas,
Santiago Burelo Ferrer,
lo refiere al espacio de lo íntimo, de lo espiritual,
cifrado en la necesidad que todos los seres humanos
tenemos de ser y trascender, de entender, de preguntar,
de especular y todo, para llegar a ser.
Sin ser una novela gótica,
Perdido en las sombras
aborda sin cortapisas el fenómeno "espectro",
"fantasma" que como Alfredo lo asume, es un mito,
una tradición casi atávica heredada del Viejo
Continente, enriquecida con la cosmovisión de
Mesoamérica que nutre las historias de todos los pueblos
y ciudades de México; no hay casa abandonada o
construcción ya con algunos años, que en su interior, no
albergue a un fantasma, a un no viviente; seres que
deambulan a nuestro lado y conviven con nosotros durante
toda nuestra existencia sin que nos percatemos de ello.
Mi antigua voz
Mariana Ramos
Poesía
Toda una expresión de emociones enlazadas en la pureza del
verso. Un canto abierto a la vida, al corazón, al alma, a
la tierra, al encuentro con el yo interno.
Mi antigua voz es
la primera recopilación de poemas de
la autora, escritos entre los años 1980 y 1998. Algunos
fueron escritos durante su época de estudiante
universitaria; otros, posteriormente.
Sus versos tratan sobre la poesía y la palabra, sobre los
interrogantes de la vida y el tiempo, sobre las huellas de
la tristeza, de la soledad e incluso de lo no vivido. En
palabras de la autora:
"—Siente la compañía del verso, para llenar los vacíos de
tu alma... Qué mejor compañía que la de un libro,
sobre todo si se trata de un libro de poesías. Qué mejor
deleite para un corazón enamorado, que unos versos leídos
a la luz de la luna; o un íntimo poema que da confortación
al alma Seguramente habrás tenido momentos de soledad y
tristeza, y te habrás cuestionado cuántas cosas de la
vida.. ¿Sabes?...Yo comprendo tu tristeza, tus amores y
desvelos, porque en mi alma de poeta también las he
vivido. Es por eso que dichas emociones las expreso en mis
versos para ti. Te invito a llevar contigo esta pequeña
antología de poemas. Un libro que te acompañará siempre en
cualquier momento de tu vida. Deleita tu alma y tu corazón
con la lectura de estos sencillos versos, los cuales para
tu comodidad, están clasificados por temas para su mejor
lectura. Te aseguro que te identificarás con algunos de
estos poemas, porque en ellos cantaré mi verso / y se
llenará tu copa,/ de toda su embriaguez / tan dulce como
el vino."
Mariana Ramos es una eterna amante del arte y la poesía.
Escribió desde niña versos y relatos cortos. Identifica
como sus mayores influencias en Gustavo Adolfo Bécquer
y Julia de Burgos. El amor y el desamor, la soledad y la
tristeza, la patria, el dolor, la ausencia, la íntima
comunión y la búsqueda de la verdad y la presencia divina
están presentes en sus obras.
El libro
de regalo
Juan Moreira
Narra las desventuras de Juan Moreira, un gaucho que huye de la
Justicia luego de matar a un comerciante italiano. Para defender
su vida, deberá atravesar infinidad de peligros. Según el autor,
Eduardo Gutiérrez, "Moreira
era como la generalidad de nuestros gauchos; dotado de un alma
fuerte y un corazón generoso, pero que lanzado en las sendas
nobles, por ejemplo, al frente de un regimiento de caballería,
hubiera sido una gloria patria; y que empujado a la pendiente del
crimen, no reconoció límites a sus instintos salvajes despertados
por el odio y la saña con que se le persiguió".
Esta historia sigue la línea iniciada por el Martín Fierro. Tanto
el libro como la obra de teatro y la película que llegaron después
tuvieron un notable éxito.
¿Usted
también escribe? Poesía, ensayo, relatos, novelas...
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Yoknapatawpha (el condado ficticio ideado por
Faulkner); Tierra Media, sede de El Señor de
los Anillos, de
Tolkien; el asteroide B 612
(el hogar-planeta del Principito); Macondo (que
no precisa presentación, ¿verdad?)... muchos y variados
son los espacios concebidos a lo largo del tiempo
-fundados a pura fantasía- por autores de todas las
latitudes.
Y, sin embargo, la invención total de escenarios
no es condición indispensable para el desarrollo la
ficción. Cuántos autores adoptan y adoptaron lugares
reales para sus historias fabuladas; cuántos incluyen en
sus relatos referentes conocidos por todos y trazan
itinerarios que cualquier lector fanático puede seguir.
Así, tenemos una Dublín particular, que es la
contada por James Joyce. Sobre esa ciudad de papel se apoyan los recorridos de los personajes
de Ulises y de Dublineses. O una
determinada Londres (con
epicentro en Baker Street 221B), escenario de gran parte
de las pesquisas de
Sherlock Holmes. O
el París de Rayuela (de
Julio Cortázar),
tal como lo viven (cruzando los puentes de la ciudad y
de su relación) los personajes de la Maga y
Oliveira.
Y hay muchas más: se puede hablar de la Praga de
Kafka,
de la Venecia de Thomas Mann o -más acá- de Patricia
Highsmith o Ian McEwan (dicho sea de paso, ¿por qué será
que Venecia inspira a tantos autores a imaginar
historias turbadoras y angustiantes?); la Florencia de Stendhal, la
Lima de Vargas Llosa. Y detrás
de todas estas historias, vamos los lectores -cuando
podemos- a hacer
turismo literario, a impregnarnos de lo más asible de la
ficción.
A ustedes, ¿qué ciudad o región literaria
les gustaría visitar? ¿Cuál han
conocido ya, y cuál ha sido su experiencia allí (decepción,
apatía, fascinación...)? Viajemos juntos con la
imaginación
aquí.
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"Inglaterra pone un especial placer intelectual en jugar
con lo macabro y lo terrible: el ejemplo más famoso es
el
Frankenstein de
Mary Shelley. El patetismo y
el humor de la novela victoriana dejan cierto margen para que
siga actuando la imaginación «negra», «gótica», con renovado
espíritu: nacen los cuentos de fantasmas, cuyos autores
acaso hacen gala de un guiño irónico pero, mientras tanto,
ponen sobre el tapete algo de sí mismos, una verdad interior
que no aparecerá en los manierismos del género. La propensión
de
Dickens por lo grotesco y
macabro no sólo tiene cabida en sus grandes novelas, sino
también en sus producciones menores, tales como las fábulas
navideñas y las historias de fantasmas. Digo producciones
porque
Dickens (como Balzac)
programaba su trabajo con la determinación de quien actúa
en un mundo industrial y comercial (y de ese modo nacen
sus mejores obras) y publicaba periódicos de narrativa
escritos en su mayor parte por él mismo, pero pensados para
dar cabida también a las colaboraciones de sus amigos. Entre
estos escritores de su círculo (que incluye al primer autor de
novelas policíacas, Wilkie Collins), hay uno que tiene
un puesto de relieve en la historia del género: Le Fanu,
irlandés de familia protestante, primer ejemplo de
«profesional» de los cuentos de fantasmas, ya que
prácticamente no escribió otra cosa que historias de fantasmas
y de horror. Se afirma por entonces una «especialización» en
el cuento fantástico que se desarrollará ampliamente en
nuestro siglo (tanto a nivel de literatura popular como de
literatura de realidad, pero a menudo a caballo entre ambas).
Esto no implica que Le Fanu deba considerarse como un
mero artesano (lo que más tarde será
Bram Stoker, el creador
de
Drácula), al
contrario: el drama de las controversias religiosas da vida a
sus cuentos, así como la imaginación popular irlandesa y una
vena poética grotesca y nocturna (véase El juez Harbottle)
en la que reconocemos una vez más la influencia de Hoffmann.
Lo común de todos estos autores
tan distintos que he nombrado hasta aquí consiste en poner en
primer plano una sugestión visual. Y no es casual. Como decía
al principio, el verdadero tema del cuento fantástico del
siglo XIX es la realidad de lo que se ve: creer o no creer en
apariciones fantasmagóricas, vislumbrar detrás de la
apariencia cotidiana otro mundo encantado o infernal. Es como
si el cuento fantástico, más que cualquier otro género,
estuviera destinado a entrar por los ojos, a concretarse en
una sucesión de imágenes, a confiar su fuerza de comunicación
al poder de crear «figuras». No es tanto la maestría en el
tratamiento de la palabra o en perseguir el fulgor del
pensamiento abstracto que se narra, como la evidencia de una
escena compleja e insólita. El elemento «espectáculo» es
esencial en la narración fantástica: no es de extrañar que
el cine se haya alimentado tanto de ella."
*Ítalo
Calvino
(escritor italiano, aunque nacido en Cuba, 1923-1985). Sus
principales obras —caracterizadas por la mezcla de fantasía, y
especulación científica y filosófica—, son El caballero
inexistente, Si una noche de invierno un viajero y
El barón rampante.
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El...
| 26 de marzo de 1892 falleció el poeta
estadounidense Walt Whitman, llamado "el cantor de
América", autor de Hojas de Hierba. Este mismo día
nació, en 1911, Tennesse Williams, dramaturgo estadounidense.
| 28
de marzo de
1936 nace
Mario Vargas Llosa, escritor peruano,
representante del boom latinoamericano y autor,
entre otros libros, de Conversación en la Catedral,
La ciudad y los perros, La tía Julia y el
escribidor y Pantaleón y las visitadoras.
En 1942 muere -en prisión
franquista, de tuberculosis y sólo con 31 años-
Miguel Hernández,
poeta español. Entre sus obras, se destacan El rayo que
no cesa y Viento del pueblo. Poesía en la guerra.
De Imagen de tu huella, extrajimos el poema II:
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
| 31
de marzo de 1855 murió
Charlotte Brontë,
novelista inglesa, una de las célebres hermanas Brontë. Su primera novela,
El profesor, fue rechazada
por los editores y publicada después de su muerte. Sus
obras más destacadas son
Jane Eyre y Shirley y Villete.
| 6
de abril de 1992 fallece Isaac Asimov, científico
estadounidense de origen soviético, profesor y escritor.
Este día, en 1943, se publica
El Principito, de Antoine
de Saint-Exupery. Hasta hace poco, las condiciones de
la muerte del autor no estaban claras. Sólo se sabía que
había despegado el 31 de julio de 1944 de su base en la
isla de Córcega para una misión de reconocimiento a bordo
de un avión 'Lightning P38' (recordemos que, además de
escritor, Saint-Exupery era aviador) y que no regresó
nunca.
Pero, hace menos de dos
semanas, el piloto alemán Horst Rippert, que ya
tiene hoy 88 años, reconoció públicamente haber sido el autor de los disparos que abatieron el avión que
dirigía Antoine. "Si hubiese sabido que era Saint-Exupery,
no lo habría abatido jamás", aseguró Rippert. Y agregó:
"En nuestra juventud todos lo leíamos y adorábamos sus
libros".
| 7
de abril de 1889 nace
Gabriela Mistral, poetisa chilena
ganadora del Premio Nobel.
| 12
de abril de 1539 nace
Garcilaso de la Vega, "El Inca",
historiador y militar español, nacido en Cuzco. Fue el
autor de los Comentarios reales, en cuya
primera parte se dedica a revalorizar -frente a los ojos
españoles y en lengua castellana- la herencia cultural de
los incas.
| 17
de abril de 1695 muere
Sor Juana Inés de la Cruz.
| 21
de abril de 1910 muere
Mark Twain, escritor estadounidense.
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