Kezamburo Oé, el Premio Nobel de Literatura japonés, escribía hace un
tiempo que los japoneses estaban cambiando el inglés. Efectivamante, los kanji
son tan difíciles de utilizar en las computadoras que hay muchos japoneses que
se han lanzado al mundo del e-mail a través del inglés. Esto ha generado un
estilo particular del inglés, en el que se han entremezclado matices de una
idiosincracia ajena al origen de esa lengua.
Las computadoras parecen abrir un mundo de posibilidades y restricciones a la
expresión literaria. Por un lado, son obstáculo para los kanji, pero, por el otro, le abren la
puerta a esta otra forma del inglés. Windows 2000 lleva a escribir sin acentos a
los hablantes de español, pero una función del Explorador de Internet nos
permite navegar libros que nunca serán impresos en papel.
Cómo salga parada nuestra lengua de tanto laberinto electrónico dependerá,
en parte, de nosotros (claro que otra parte dependerá del capricho de estas
máquinas), como de nuestras "políticas lingüísticas" en Internet.
La ortografía, los signos de puntuación, las expresiones idiomáticas y los
términos técnicos parecen ser las principales trincheras que hemos abandonado
los hispanohablantes en la web. Aunque este fenómeno no se da en todos los
contextos, lo que nos hace pensar que tal vez sea solo un efecto del contacto
con otras lenguas. Otro dato lingüístico relevante es que, aunque Windows no
lo refleje, los especialistas describen la frontera lingüística español-inglés
cada día más al norte.
Esto no termina aquí: también cambiará la forma de hacer literatura. Un
escritor poco conocido, o el mismísimo Stephen King, puede distribuir el
primer capítulo de su obra gratis para darse a conocer o ver el impacto en los
letores, de este primer capítulo depende que el lector vuelva por más.
¿No cambiará esto las formas de escribir?