"Escribo desde que aprendí a hacerlo. Alguien dijo una vez que la persona que lee mucho está condenada a escribir. Y es cierto. Por razones económicas no pude estudiar lo suficiente, así que mi educación ha sido autodidacta. He leído todo lo que ha caído en mis manos: cuentos en la infancia; lecturas sesudas y tremendistas en la adolescencia; historias realistas en la juventud; ciencia-ficción, fantasía, biografías, ensayos, novelas históricas. Me he suscrito a cuanta revista literaria tuve acceso y participé en varias publicaciones con mis escritos, como Agrupación Hispana de Escritores, Alisma, Peliart. En el XXII Concurso Literario Josep Ramos de Barcelona, conseguí el primer premio de cuento corto con uno titulado 'Retrato de una cierta edad'. Actualmente trabajo en una empresa de artes gráficas y escribo".
Toda persona sueña. La mayoría olvida los sueños al despertarse, y para otros son solo motivo de curiosidad. Pero... ¿y si los sueños de otras personas nos obligaran a actuar de una determinada forma? ¿Y si alguien ha soñado nuestras acciones, nuestros sentimientos? ¿Estamos viviendo los sueños de otro?
En la pequeña aldea de una isla olvidada por los grandes gobiernos, la vida era fácil hasta que alguien descubrió que no actuaban a su libre albedrío. Sus pequeñas vidas estaban conducidas, soñadas por uno de sus vecinos. Y todo se derrumbó. El causante de sus desdichas debía ser eliminado, pero pronto descubrieron que no estaba solo. En el pasado más remoto de la isla, los escasos supervivientes de un cataclismo habían llegado a sus orillas, se habían refugiado de los nativos y habían vivido sus vidas ocultándose deliberadamente, y fundaron sus pueblos en la Cordillera de Orel.
¿Puede un ser humano mantenerse cuerdo sin sentir jamás el aire en el rostro, la caricia del sol, sin oír el sonido de la lluvia? Quizá sí, a cambio de vivir. Pero ¿cuánto tiempo sobreviviría sin perder su fe en la bondad de su paraíso?
Boria e Inga vivían seguros, pertenecían a la segunda generación del refugio, a la privilegiada generación que ya no padecía las secuelas de la catástrofe. Podían aspirar a tener un hijo; ella lo quería, él no. Para Boria, no eran suficientes las promesas de los distintos presidentes que accedían al gobierno del refugio, sus esperanzas de liberación siempre eran vanas; con cada nuevo presidente, nuevas ilusiones rotas. Mientras, crecían nuevas religiones, nuevas terapias de ayuda, nuevos fármacos del sueño. Y Boria no pudo soportarlo más. Desoyendo los consejos de prudencia, buscó las respuestas en el único lugar en que podía hallarlas: La Sección Científica del Refugio.La idea de esta novela surgió en unos días de vacaciones en Suiza, el país con más refugios de Europa. Allí nació la pregunta clave de la ciencia ficción, "y si": ¿y si el futuro de la humanidad fuera vivir bajo tierra, refugiados de nosotros mismos? ¿Y si los gobiernos ya estuvieran planeando esta eventualidad?
