Mercedes Wurm nació en 1937 en la selva cercana a las Cataratas del Iguazú. A los 16 años se puso un calzado por primera vez y fue a la ciudad en busca de trabajos más interesantes o más livianos que manejar una azada o un machete. Trabajó en distintas ciudades y tareas, pero -como ser no domesticado-, era diferente a los habitantes de las ciudades y regresó a la selva, a un lugar aun más alejado, donde vivió varios años como ermitaña. Retornó a la ciudad, aprendió artes marciales y se consideró preparada para recorrer el mundo como mochilera. A pesar de los viajes, el llamado de la selva continuaba fuerte y la atrapó nuevamente, esta vez con una carpa en la frontera con Brasil, donde pensaba terminar sus días en soledad. Sus planes se vieron frustrados por la curiosidad de los lugareños que iban en caravanas a ver a esa mujer con "extraños poderes" que no temía a hombres ni fieras. Volvió otra vez a la ciudad, enseñó judo y luego emigró a Venezuela, donde continuó dando clases en Caracas y fue feliz buceando de noche entre peces dormidos y corales despiertos o aterrándose con la sombra de algún tiburón. Con la vuelta de la democracia, regresó a Argentina y se dedicó a la reforestación. Allí  construyó una casa con sus propias manos, desde los cimientos al techo. Sin embargo, la monotonía volvió a empujarla y cambió la casa por un motorhome, recorriendo el país, pintando cuadros al óleo. Actualmente, con los pies algo cansados, vive en la ciudad de Villa Carlos Paz -no sabe por cuánto tiempo- escribiendo novelas, algo que deseaba hacer desde su niñez. Además de este libro, es autora de El alegre cuartito del terror, primer tomo de la saga Los Gemelos, que pronto saldrá a la venta, y de la que ya está escribiendo la segunda entrega.