"Soy nada más y nada menos que un ciudadano corriente, de clase media. Mi mayor virtud es la discreción, así que fíjense, apenas existo; soy como una sombra apenas esbozada. No salgo en televisión ni en los periódicos, ni siquiera me conocen la mayoría de mis conciudadanos. Sin embargo, puedo ser profesor universitario, gustarme y practicar la literatura y el ensayo, ser políglota y soñador. Heredero de la cultura sefardita por parte paterna y de la sobriedad castellana por parte materna, hijo, por formación, de la escuela republicana francesa y andaluz por vocación y sentimiento, sigo siendo fiel a Camus, a Voltaire y a Dostoievsky. Con lo aprendido y lo heredado me he construido una ética y una estética, así he podido dibujar mis límites y configurar mis principios, algunos casi (sólo casi) inamovibles que me permiten vivir en paz conmigo mismo. En el camino se han quedado algunos de mis seres queridos, algunos amores hechos de humo y algunas amistades de papel (mojado). Permanecen los recuerdos y las heridas de la memoria. Ahora soy dueño de mis miserias y conocedor de las ajenas. Ahora camino en paz, sobrevolando un pasado ingenuo y desafiando un futuro sin sorpresas. Por fin, me reconozco como un hombre que lleva en su mochila una pequeña dosis de sabiduría".