Novedades y artículos

Leer: ese íntimo placer de ayer, hoy y siempre
Vanesa Torres 28/6/2001
“Adopta la postura más cómoda: sentado, tumbado, aovillado, acostado. Acostado de espaldas, de lado, boca abajo. En un sillón, en el sofá, en la mecedora, en la tumbona, en el puf. En la hamaca, sin tienes una hamaca. Sobre la cama, naturalmente, o dentro de la cama. También puedes ponerte cabeza abajo, en postura de yoga. Con el libro invertido, claro”, estas son algunas de las posibilidades que nos sugiere Italo Calvino en su  libro recientemente editado "Si una noche de invierno un viajero".

Y sin embargo, leer es el consumo más económico que existe ya que no prevee de antemano  posiciones, ni espacios, ni tiempos determinados. Todo es posible a la hora de la lectura. Cuando un libro te interesa, y el deseo de recorrer sus páginas se torna una cuestión de " vida o muerte", nada ni nadie se interpondrán en la empresa perseguida. El encuentro, tarde o temprano, entre el libro y el lector, siempre tiene lugar.

El soporte poco importa si estás dispuesto a disfrutar de tamaño evento. En la pantalla de tu computadora o en una vieja edición impresa, si aquello que buscabas llega a tus manos, lo leerás con entusiasmo sin demasiados escrúpulos en cuanto a su presentación. ¿Acaso el lector se enoja por cuestiones tipográficas, de solapa, de diseño o de dedicatorias? Un buen lector no se preocupará ante tales cuestiones secundarias. Un buen lector sólo se ocupará en la lectura, y el resto es sólo valor agregado.

En otros siglos se leía de pie, ante un atril. En otros tiempos leer constituía una tarea sagrada a la que se dedicaba largas horas del día. La escritura acompaña las culturas del hombre desde tiempos inmemoriables. Al escribir construimos sentido histórico y registramos hechos pasados en símbolos. Decodificarlos,  presupone que el lenguaje narrativo es efectivo. Un lector no se encuentra con un autor ni con un libro cuando lee, sino con la más trascendental de todas las invenciones tecnológicas humanas: la escritura.

Ninguna postura corporal, ningún formato de presentación, ningún tiempo ni espacio físico, ninguna lengua, ninguna ley o acontecimiento social, impedirán que entre el lector y el escritor existan abismos. Todo es franqueable si ese amoroso encuentro logra concretarse. Y allí, en la intimidad, el universo es otro.  



Atención, fanáticos de Gabriel García Márquez LibrosEnRed
Carta abierta de Michael Moore al presidente de Estados Unidos George W. Bush Michael Moore
Letter to George W. Bush Michael Moore
Conmovedor testimonio sobre Juan Pablo II Monseñor Jorge Biturro
Diez mandamientos sobre el arte de escribir Friedrich Nietzsche

Click aquí para ver el índice de notas


Hace un tiempito hablábamos de los seudónimos, esos nombres de fantasía que los autores eligen, por distintos motivos, para enmascarar su identidad...