Una serie de eventos desafortunados es el título elegido para la
versión cinematográfica de los tres primeros libros de "Una serie de
catastróficas desdichas". ¿A qué alude semejante anticipo de desgracia? A la
colección de trece libros (el número del infortunio se imponía) que Lemony
Snicket viene publicando desde 1999, y que narran la terrible historia de
los huérfanos Baudelaire.
Aunque más que "terrible" (y a pesar de que la trama exhiba episodios
indudablemente trágicos), en el fondo las palabras para definir su historia
deberían ser más bien triste, o carente de contención, o tal vez
interrumpida por momentos de gran nostalgia y miedo. Se cuenta en ellos
lo que ocurre con los niños Baudelaire una vez que sus padres mueren y que casi
puede reducirse al pasaje de un tutor a otro, bajo la insistente amenaza de un
pariente, el Conde Olaf, de apoderarse de su fortuna mediante siniestros planes.
Hasta aquí no parece ser un relato para niños muy alejado de los que
conocemos. Pero al meterse de lleno en el libro, la experiencia de lectura
sorprende. Porque uno lee en desafío al autor, seguro de que sus advertencias no
deben ser tomadas en serio. Así ocurre desde el primerísimo párrafo de la
primera entrega:
"Si estás interesados en historias con un final feliz, será mejor que leáis
otro libro. En éste, no sólo no hay un final feliz, sino que tampoco hay un
principio feliz y muy pocos sucesos felices en medio. En así porque no
sucedieron demasiadas cosas felices en la vida de los tres jovencitos Baudelaire."
Basándose en su memoria de lector, uno imagina que, naturalmente -no obstante el
despliegue de catástrofes-, triunfará la convención: los cuentos para niños
tienen finales felices. O, al menos, moralizantes. Pero estos libros no siguen
la lógica conocida. El sufrimiento es simplemente eso: sufrimiento, y se
acompaña en algunos casos de toda la sensación de injusticia con que muchas
veces es vivido.
Claro que no sólo hay malos momentos en la historia de los hermanos, y que no
todos los desarrollos acaban en tragedia. Por otro lado, ellos logran afrontar
los obstáculos con ingenio, valiéndose de sí mismos. Pero la serie no propone
una idea edificante de la experiencia ante la adversidad, ni siquiera la
explicación de un eventual sentido del dolor. No hay premio ni compensación al
final de cada historia.
Los relatos de Snicket y el clima que abunda en ellos, recuerdan a la belleza
oscura que sabe alcanzar Tim Burton a través de sus personajes
lastimados, marginales, que no encajan en la realidad más concurrida. Los dos
comparten, sin duda, la sensibilidad y el talento para contar historias desde
una perspectiva original y, sobre todo, muy humana.