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"La diferencia entre un escritor y
alguien que no lo es
es que al
primero le cuesta mucho escribir."
Thomas Mann (1875-1955),
escritor alemán
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En
este número:
1. Editorial: Trivia 2005, nuestro regalo de
Navidad
2. Recomendados:
los más vendidos de 2005
3.
Encuesta:
¿Qué libro relee una y otra vez con placer?
4. "Manifiesto técnico de la
literatura futurista", por F. T. Marinetti
5. Esta vez, la entrevista la hace un autor: reproducimos el
segundo fragmento del
reportaje de H. G. Wells
al hombre de acero, Josef Stalin
6. Efemérides: fragmento de
Camilo José Cela
7. Direcciones para
encontrarnos
8. Suscripciones
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Estimados amigos:
Estos días de fin de año, inevitablemente, se escabullen
a toda prisa entre compromisos y asuntos que han quedado
pendientes. Por eso, nos gustó la idea de hacerles un
regalo que les sirva para parar un poco, para detener la
vorágine por un ratito: una nueva Trivia (como
el año pasado), pero para jugar juntos. Ustedes
desde su pantalla y nosotros, desde aquí.
El juego cuenta, esta vez, con diversas categorías
(Deporte, Música y cine, Literatura, Política e Historia
internacional, ¿Quién lo dijo? y Mix). Y con premio: quienes respondan bien a las
diez preguntas que
presenta cada área (todas las cuales incluyen opciones,
algunas hasta pistas), podrán participar por el sorteo,
el próximo 6 de enero, de 30 libros digitales,
¡a
su elección!
El desarrollo es simple: para empezar, el jugador deberá elegir una de las
categorías ingresando a través de la imagen
correspondiente. Allí encontrará las diez preguntas sobre
esa especialidad. La forma de elegir la respuesta que se
considera correcta será cliquear sobre el pequeño
círculo que está a la
izquierda de cada opción.
Cuando se hayan respondido todas las preguntas de la
categoría elegida, aparecerá un mensaje en la pantalla con el
puntaje que se logró. Si el jugador acertó en todos los
casos, se abrirá un formulario mediante el cual podrá
participar por el sorteo. Si
falló en alguna de las consignas, tendrá la opción de
volver a recorrer la misma categoría o de probar suerte
en otra.
Esperamos los mensajes de todos ustedes pidiendo el
libro que los atraiga. Ganar puede llevar más de un
juego, pero la diversión está garantizada:
Obtenga su
Trivia haciendo clic
aquí.
Vamos al Acertijo de este mes:
Inspector Japp, Felicity Lemon, Parker Pyne,
Superintendente Battle, el Scotland Yard (hay figuras
más famosas, pero mencionarlas sería demasiada ayuda)...
¿son personajes que aparecen en la vasta obra de qué
escritora?
Pista:
Otro personaje es Ariadne Oliver, personaje destacado
entre otros
porque comparte características con la propia autora.
Si imagina por quién preguntamos, ingrese la respuesta
en
nuestro formulario de consultas.
Si tiene dudas, espere la próxima pista el
lunes 2 de enero,
aquí.
Estará participando por dos ejemplares digitales a
su elección.
Hasta el mes que viene,
Editorial
LibrosEnRed
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1º.
El gran juego, de
Carlos Martín Pérez
La vida es un gran juego: conozca las reglas,
introdúzcase en su tablero, y ¡a ganar! Hasta ahora,
usted jugaba sin conocer las reglas. Es tiempo de no
sólo conocerlas, sino de dominarlas: nada se le
resistirá. Olvide los planteamientos morales y juegue
para ganar. Este libro contiene poca teoría y muchos
conocimientos de aplicación inmediata, abundantes
ejemplos y enseñanzas. No todo el mundo es bueno, como
se habrá dado cuenta a estas alturas: actúe en
consecuencia. ¡Que la suerte lo acompañe en su Gran
Juego!
2º.
Estrategia y mente. El código del gran juego
de
Carlos
Martín Pérez
Lo que aquí va a leer es la sabiduría destilada en
milenios de estrategias y conocimiento de la mente
humana. Seguir estas reglas no le asegurarán el
éxito, pero ignorarlas le garantizarán el fracaso.
Muchas personas pagaron con su vida o con su libertad el
poder adquirir o expresar estos conocimientos. A usted
le van a llegar con mucho menos esfuerzo y peligro.
Sírvase de ellos para mejorar su vida.
3º.
Excel y Contabilidad,
de
Arturo Efraín Ortiz
Con la ayuda de Microsoft Excel y este libro, usted
podrá diseñar un sistema de contabilidad completamente
ajustado a sus necesidades. El objetivo principal de
este libro es adaptar el programa Microsoft Excel para
los propósitos de la contabilidad (es decir, creación de
las hojas necesarias para obtener el Diario, Mayor,
Balance de Comprobación, Balance General y el Estado de
Resultados). Paso a paso, el lector podrá ir
construyendo un programa de contabilidad ajustado a sus
requerimientos. Se familiarizará también con varias
fórmulas y recursos de Microsoft Excel para lograr
excelentes resultados dentro del campo contable.
4º.
La hierba dulce. Historia, usos y cultivo de la Stevia
Rebaudiana Bertoni, de
Tomás Martínez Pérez
Todo sobre la maravillosa hierba que reemplaza el
azúcar: un edulcorante natural de 250 a 350 veces más
dulce. Entérese de su historia, descripción,
información general, aplicaciones, instrucciones de
cultivo y consejos acerca de su ingerencia, en este
completo libro elaborado por un experto en el tema y
dirigido especialmente a quienes deben ser atentos y
cuidadosos respecto de su alimentación.
5º.
Nueve habilidades directivas,
de
JD Roman
Manual de apoyo para formadores que cubre nueve
habilidades básicas de management (dominio
del estrés, creatividad, liderazgo y gestión,
negociación, etc.). Permite extraer ejercicios,
transparencias y tests. Se trata de una obra
didáctica, interactiva e indispensable para todos
los miembros del nivel directivo de una empresa, así
como para quienes aspiran a incorporarse a él.
6º.
Seis Sigma para Gerentes y Directores,
de
Fernando
González Aleu González
Todos los conceptos básicos sobre la estrategia y
metodología que mejoraron la rentabilidad de empresas
como Motorola y GE: Seis Sigma. Sin entrar en
conceptos estadísticos avanzados, este libro (que se
dirige principalmente a gerentes y directores)
proporcionará un panorama general y útil sobre la
calidad y la filosofía de Seis Sigma, además de una
metodología para el despliegue de la estrategia que
incluye los recursos requeridos y una aclaración sobre
lo que el autor ha denominado "los mitos y realidades de
seis sigma".
7º.
El arte de la guerra,
de
Sun Tzu
A pesar de sus 2500 años de antigüedad, este es
probablemente el mejor libro de estrategia de todos los
tiempos. Un tratado que enseña sobre la naturaleza
humana en los momentos de enfrentamiento. No es un
libro sobre la guerra; es una fuente de sabiduría para
comprender las raíces de un conflicto y buscar una
solución. Como muestra, una de sus máximas: "La
mejor victoria es vencer sin combatir, y esa es la
distinción entre le hombre prudente y el ignorante". Un
manual que inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung
y a muchas otras figuras históricas. Hoy en día, se ha
convertido en un texto clave para profesionales,
empresarios e interesados en la complejidad de las
relaciones humanas, en general.
8º.
La diabetes y su control con Stevia,
de
Tomás Martínez
Pérez
Un libro de utilidad para que los diabéticos tomen
conciencia de su disfunción. Con detalladas
instrucciones para el cultivo de la Stevia en macetas.
Este libro no es un libro de medicina: es el libro de
un diabético para otros diabéticos. Está escrito en
lenguaje familiar, pero con rigor (los datos se han
extraído de los últimos estudios). Se trata de una obra
que no debe faltar en ningún hogar con necesidad de
alimentación natural.
9º.
La gestión del conocimiento en las organizaciones,
de
José Luis Molina González
y
Monserrat Marsal Serra
Este libro ofrece herramientas para crear una cultura
orientada a compartir conocimiento. Los conceptos de
capital social y gestión del conocimiento
nos ayudan a entender las claves de la innovación y la
competitividad en las empresas y organizaciones. Para
ello se propone, a partir de un cuestionario de
autodiagnóstico, el desarrollo de un plan de
implantación adaptado a las características de cada
organización. La puesta en marcha de comunidades de
aprendizaje, la publicación de buenas prácticas y los
encuentros de asistencia y ayuda son algunas de las
herramientas de la gestión del conocimiento analizadas
en este libro.
10º.
Sugerencias para aprender a exponer en público,
de
Miguel Ángel Ruiz Orbegoso
Sugerencias para aprender a exponer en público es un
completo manual que le enseñará, paso a paso y de una
forma de lo más amena, todo lo que necesita para
aprender oratoria. Contiene 37 capítulos, 150
incisos y 125 acápites sobre derechos y
responsabilidades del orador, además de 20 comentarios,
180 advertencias y un glosario con 500 palabras
explicadas. ¡Una herramienta ideal para instructores,
maestros, ejecutivos, vendedores, estudiantes y
comunicadores de todo nivel!
¿Usted
también escribe? Poesía, ensayo, novelas...
Sea parte de nuestro catálogo.
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aquí para conocer nuestras
propuestas de edición. |
Encuesta
para los lectores |
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"Yo he tratado más de releer que de leer", decía un
Borges entrado en años. Según declaraba en
entrevistas, hacía tiempo que había optado por revisitar
textos ya leídos (evaluados en su momento y considerados
piezas maestras), en vez de buscar nuevos méritos en otros
por conocer. Probablemente coincidía con Ítalo Calvino,
para quien un clásico -entre otras características-
se definía precisamente por no agotarse en una primera (ni
segunda, ni tercera) lectura.
Más allá de lo que Harold Bloom (en su polémica
obra El canon occidental) y otros críticos
puedan clasificar como libros canónicos, cada uno
tiene sus propios clásicos: esos libros que
parecen siempre cubrir nuestras expectativas, que siempre
nos cuentan algo nuevo de nosotros mismos, o que dan en el
blanco respecto de lo que nos conmueve, o que nos hacen
pensar un asunto desde otra perspectiva. Usted ¿qué libro
ha releído con gran placer más de dos veces? ¿En la lectura
de qué obra le gusta reincidir?
-
El ingenioso hidalgo Don Quijote de
la Mancha
-
El principito,
de Antoine de Saint-Exupéry
-
Rayuela, de
Julio Cortázar
-
Alguno de los volúmenes de
cuentos del propio Borges
-
La Biblia
-
20 poemas de amor y una canción desesperada,
de Pablo Neruda
(u otro libro de poesías)
Lo invitamos a
votar haciendo clic
aquí.
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Fragmento de
"Manifiesto
técnico de la literatura futurista"* |
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Milán, 11 de
marzo de 1912
"Sentado
sobre el depósito de gasolina de un aeroplano, con el vientre
caliente por la cabeza del aviador, sentí la ridícula
inutilidad de la vieja sintaxis heredada de Homero. ¡Violenta
necesidad de liberar las palabras, sacándolas de la prisión
del periodo latino! Naturalmente, como todo imbécil, tiene una
cabeza previsora, un vientre, dos piernas y dos pies planos,
pero jamás tendrá dos alas. ¡Apenas lo necesario para caminar,
para correr algunos instantes y pararse casi en seguida
resoplando!... He aquí lo que me dijo la remolinante hélice,
mientras volaba a doscientos metros sobre las poderosas
chimeneas de Milán. Y la hélice añadió:
1. Es menester destruir la sintaxis disponiendo los
sustantivos al azar, tal como nacen.
2. Se debe usar el verbo en infinitivo para que se
adapte elásticamente al sustantivo y no lo someta al yo del
escritor que observa o imagina. El verbo en infinitivo puede
sólo dar el sentido de la continuidad de la vida y la
elasticidad de la intuición que la percibe.
3. Se debe abolir el adjetivo para que el sustantivo
desnudo conserve su color esencial. El adjetivo, que tiene en
sí mismo un carácter matizador, es incompatible con nuestra
visión dinámica, porque supone una pausa, una meditación.
4. Se debe abolir el adverbio, vieja hebilla que tiene
unidas las palabras las unas con las otras. El adverbio
conserva en la frase una fastidiosa unidad de tono.
5. Todo sustantivo debe tener su doble, es decir el
sustantivo debe ir seguido, sin conjunción, de otro sustantivo
al que está ligado por analogía. Ejemplo: hombre-torpedero,
mujer-golfo, multitud-resaca, plaza-embudo, puerta-grifo. Así
como la velocidad aérea ha multiplicado nuestro conocimiento
del mundo, la percepción por analogía se hace mucho más
natural para el hombre. Por lo tanto hay que suprimir el como,
el cual, el así, el parecido a. Mejor aún, hay que fundir
directamente el objeto con la imagen que evoca, dando la
imagen abreviada mediante una sola palabra esencial.
6. Abolir también la puntuación. Al suprimirse los
adjetivos, los adverbios y las conjunciones, la puntuación
queda lógicamente anulada, en la continuidad variada de un
estilo vivo que se crea por si mismo sin las pausas absurdas
de las comas y los puntos. Para acentuar ciertos movimientos e
indicar sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + - x
= ( ) y signos musicales.
7. Los escritores se han entregado hasta ahora a la analogía
inmediata. Han comparado, por ejemplo, el animal al hombre o a
otro animal, lo que casi equivale, más o menos, a una especie
de fotografía. Han comparado por ejemplo un fox-terrier a un
pequeñísimo pura sangre. Otros, más avanzados, podrían
comparar ese mismo fox-terrier trepidante a una pequeña
máquina Morse. En cambio yo lo comparo con el agua hirviendo.
Hay en ellos una gradación de analogías cada vez más amplias y
unas relaciones cada vez más profundas y sólidas, aunque muy
distantes.
[...] Por lo tanto hay que eliminar de la lengua todo lo
que ella contiene de imágenes-cliché, metáforas
descoloridas, es decir, casi todo.
8. No existen categorías de imágenes, nobles o groseras,
elegantes o vulgares, excéntricas o naturales. La intuición
que las percibe no tiene preferencias ni prejuicios. El estilo
analógico es, por lo tanto, el dueño absoluto de toda la
materia y de su intensa vida.
9. Para representar los movimientos sucesivos de un objeto es
necesario ofrecer la cadena de las analogías que este evoca,
cada una condensada, recogida, en una palabra esencial. [...]
10. Teniendo en cuenta que toda clase de orden es, fatalmente,
un producto de la inteligencia cauta y reservada, es necesario
orquestar las imágenes disponiéndolas según un máximo de
desorden.
11. Destruir en la literatura el "yo", es decir toda la
psicología. El hombre completamente deteriorado por la
biblioteca y el museo, sometido a una lógica y a una sabiduría
espantosa, ya no ofrece ningún interés. Por lo tanto debemos
eliminarlo de la literatura y sustituirlo finalmente por la
materia cuya esencia se debe alcanzar a golpes de intuición,
cosa que no podrán hacer jamás los físicos ni los químicos.
[...] Solo el poeta asintáctico y de palabras desligadas podrá
penetrar en la esencia de la materia y destruir la sorda
hostilidad que la separa de nosotros."
*por
Filippo Tommasso Marinetti (1876-1944), fundador del
"futurismo", movimiento cultural (literario y artístico)
surgido en Italia en el primer decenio del siglo XX.
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Lugar: Moscú, naturalmente.
Fecha:
julio de 1934.
Participantes: nada menos que el gran escritor H. G. Wells y
el ya entonces controvertido político Josef Stalin.
Resultado: imperdible.
[encontrará el primer fragmento
aquí]
Wells: Sí, pero para emprender un viaje largo, se
necesita un capitán y un timonel.
Stalin: Eso es correcto, pero lo primero que se
necesita para un viaje largo, es un barco grande. ¿Qué es un
timonel sin barco? Nada.
Wells: El barco grande es la humanidad, no una clase.
Stalin: Ud., Sr. Wells, por lo visto parte de la
suposición, de que todos los hombres son buenos. Yo, mientras
tanto, no olvido que también existen muchos hombres malos. No
creo en la virtud de la burguesía.
Wells: Recuerdo la situación de la intelectualidad hace
algunas décadas. En aquel entonces, la intelectualidad técnica
era numéricamente pequeña, pero había mucho que hacer, y cada
ingeniero tenía, técnica e intelectualmente, su oportunidad.
Por eso, la intelectualidad técnica era la clase menos
revolucionaria. Hoy, mientras tanto, hay intelectuales
técnicos de sobra, y su mentalidad ha cambiado muy
marcadamente. El hombre con formación profesional, que antes
jamás habría prestado atención a discursos revolucionarios,
ahora se interesa mucho por ellos. Recientemente estuve en una
cena de la Royal Society, nuestra gran sociedad científica
inglesa. El discurso del presidente fue una intervención en
defensa de la planificación social y del control científico.
Hoy, el hombre que está al frente de la Royal Society,
sostiene ideas revolucionarias e insiste en una reorganización
científica de la sociedad humana. Su propaganda de guerra de
clases no ha podido adaptarse al paso de este desarrollo. El
pensar humano cambia.
Stalin: Ya lo sé, sí, y la explicación de esto hay que
buscarla en el hecho de encontrarse la sociedad capitalista en
una callejón sin salida. Los capitalistas buscan un camino que
los conduzca fuera de este callejón sin salida, que sea
compatible con el prestigio de esta clase, con los intereses
de esta clase, pero no lo encuentran. Podrán salirse un corto
trecho fuera de la crisis, gateando con pies y manos en el
suelo, pero no pueden encontrar un camino que les posibilite
salir con la cabeza erguida, un camino que no atentara
fundamentalmente contra los intereses del capitalismo. Esto se
comprende, naturalmente, en amplios círculos de la
intelectualidad técnica. Una gran parte de esos hombres
empieza a comprender la comunidad de intereses con la clase
que es capaz de mostrar una escapatoria al callejón sin
salida.
Wells: Si hay alguien que entienda algo de la
revolución, del lado práctico de la revolución, es Ud., Sr.
Stalin. ¿Acaso se han sublevado alguna vez las masas? ¿No es
una verdad innegable, que todas las revoluciones son hechas
por una minoría?
Stalin: Para hacer una revolución, es menester una
minoría revolucionaria dirigente; pero la minoría más
capacitada, más abnegada, y más enérgica, quedaría desvalida,
si no pudiese basarse en el apoyo, por lo menos pasivo, de
millones.
Wells: ¿Por lo menos pasivo? ¿Tal vez subconsciente?
Stalin: En parte también el apoyo semiinstintivo, y
semiconsciente, pero sin el apoyo de millones aún la mejor
minoría sería impotente.
Wells: Al observar la propaganda comunista en el oeste,
tengo la impresión, que esa propaganda, en vista de la
situación actual, suena muy atrasada, pues es propaganda para
la insurrección. Propaganda a favor del derrocamiento del
sistema social por la violencia, fue buena y justa, cuando iba
dirigida contra una tiranía. Pero en las condiciones actuales,
derrumbándose solo el sistema de todos modos, se debería de
atribuir importancia al rendimiento, a la eficacia, a la
productividad, y no a la sublevación. Yo encuentro, que el
tono de sublevación es un tono falso. La propaganda comunista
en el oeste es una contrariedad para los hombres de mentalidad
constructiva.
Stalin: Naturalmente, el viejo sistema se derrumba y se
pudre. Correcto. Pero también es correcto, que se están
haciendo nuevos esfuerzos, para, con otros métodos, con todos
los medios, proteger este sistema moribundo, y salvarlo. Ud.
saca una conclusión errónea de una premisa correcta. Con razón
afirma, que el viejo mundo se derrumba. Pero se equivoca, si
cree, que se derrumba por sí solo. No, la sustitución de un
sistema social por otro es un proceso revolucionario, largo y
penoso. No es un proceso espontáneo simplemente, sino una
lucha: es un proceso que se lleva a cabo en el choque de las
clases. El capitalismo se pudre, pero no se le puede comparar
sencillamente con un árbol, que esté tan corrompido, que tiene
que caer a tierra por sí solo. No, la revolución, el relevo de
un sistema por otro, ha sido siempre una lucha, una lucha
penosa y cruel, una lucha de vida o muerte. Y cada vez que los
hombres del mundo nuevo llegaron al poder, tuvieron que
defenderse de los intentos del mundo viejo de restaurar el
viejo orden por la violencia; estos hombres del mundo nuevo
siempre han tenido que estar en guardia, siempre dispuestos a
rechazar los ataques del mundo viejo al nuevo sistema. Sí,
tiene razón al decir que se derrumba el viejo sistema social;
pero no se derrumba por sí mismo. Tome por ejemplo el
fascismo. El fascismo es una fuerza reaccionaria que,
utilizando la violencia, intenta conservar el viejo mundo.
¿Qué quiere hacer con los fascistas? ¿Discutir con ellos?
¿Tratar de convencerlos? Pero así, con ellos, no se logra ni
lo más mínimo. Los comunistas no glorifican, de ninguna
manera, la aplicación de la violencia. Pero ellos, los
comunistas, no tienen la intención de dejarse sorprender, no
se pueden fiar de que el viejo mundo se saldrá del escenario
voluntariamente, ven, que el viejo sistema se defiende por la
violencia y, por eso mismo, los comunistas le dicen a la clase
obrera: ¡Contestad a la violencia con la violencia, haced todo
lo que esté en vuestras fuerzas para impedir que os aplaste el
viejo orden moribundo, no dejéis que os aten las manos,
aquellas manos, con las que derribaréis el viejo sistema! Ud.
ve, por lo tanto, que los comunistas no consideran la
sustitución de un sistema social por otro simplemente como un
proceso espontáneo y pacífico, sino como un proceso
complicado, largo y violento. Los comunistas no pueden cerrar
los ojos ante los hechos.
Wells: Pero mire lo que está sucediendo en el mundo
capitalista. Esto no es, simplemente, un colapso, es un
estallido de violencia reaccionaria, que termina en el
bandolerismo. Y a mi parecer, los socialistas pueden, cuando
se da un conflicto con la violencia reaccionaria e inepta,
acudir a la ley, y en vez de considerar a la policía como su
enemigo, deberían apoyarla en su lucha contra los
reaccionarios. Creo que carece de sentido operar con los
métodos del viejo y rígido socialismo de insurrecciones.
Stalin: Los comunistas se basan en ricas experiencias
históricas; esas experiencias enseñan, que una clase agotada
no abandona el escenario voluntariamente. Piense en la
historia de Inglaterra en el siglo XVII. ¿No decían en aquel
entonces muchos que el viejo sistema social estaba podrido?
Pero, a pesar de ello, ¿no fue necesario un Cromwell para
anonadarlo por la fuerza?
Wells: Cromwell operaba sobre la base de la
constitución, y en nombre del orden constitucional.
Stalin: ¡En nombre de la constitución ejerció
violencia, hizo ejecutar al rey, disolvió y esparció el
parlamento, hizo encarcelar o decapitar gente! O tome un
ejemplo de la historia de mi país. ¿No estaba claro hace
mucho, que se pudría, se desplomaba el sistema zarista? Pero
¿cuánta sangre tuvo que ser derramada aún, para abatirlo? ¿Y
la Revolución de Octubre? ¿No hubo muchos que veían con toda
claridad, que solamente nosotros, los bolcheviques,
señalábamos una salida? ¿No estaba claro que el capitalismo
ruso estaba podrido? Pero Ud. sabe cuán fuerte fue la
resistencia, cuánta sangre tuvo que ser derramada para
defender la Revolución de Octubre contra todos sus enemigos,
en el interior y en el extranjero. O tome a Francia a finales
del siglo XVIII. Mucho tiempo antes de 1789 ya estaba claro,
cuán podrido estaba el poder del rey, cuán podrido estaba el
sistema feudal. Sin embargo, aquello no pudo llevarse a cabo
sin un levantamiento popular, un choque de las clases. ¿Por
qué? Porque aquellas clases que tienen que abandonar el
escenario de la historia, son las últimas en creer que su
juego se ha acabado. Es imposible convencerlas de ello. Creen,
que las grietas en la putrefacta estructura del viejo orden
podrían ser remendadas, que la estructura tambaleante del
viejo orden podría ser arreglada y salvada. Por eso mismo, las
clases que están hundiéndose, acuden a las armas y se valen de
cualquier medio, para mantenerse como clase dominante.
Wells: ¿Pero acaso la Gran Revolución francesa no fue
encabezada por algunos abogados?
Stalin: Estoy lejos de querer menoscabar el papel de la
inteligencia en movimientos revolucionarios: Pero ¿fue la Gran
Revolución francesa una revolución de abogados, o una
revolución del pueblo, que logró la victoria movilizando a
amplias masas populares para la lucha contra el feudalismo, y
defendiendo los intereses del Tercer Estado? ¿Y actuaron los
abogados entre los dirigentes de la Gran Revolución francesa
de acuerdo a las leyes del viejo orden? ¿No introdujeron un
derecho nuevo, burgués-revolucionario? Ricas experiencias
históricas enseñan que hasta hoy ninguna clase se ha retirado
para hacerle lugar a otra voluntariamente. Esto, en la
historia no tiene precedente. Los comunistas han aprendido
esta lección histórica. Los comunistas celebrarían que la
burguesía se retirase voluntariamente. Pero tal giro de las
cosas es, como sabemos por experiencia, improbable. Por eso,
los comunistas están prevenidos para lo peor, y se dirigen a
la clase obrera con el llamamiento de estar alerta y preparada
para la lucha. ¿De qué vale un dirigente que adormece la
vigilancia de su ejército, un dirigente que no comprende que
el enemigo no va a capitular, que tiene, que tiene que ser
destruido? Quien, como dirigente, actúa de tal manera, engaña,
traiciona a la clase obrera. Esta es la razón por la cual
opino, que aquello que a Ud. la parece atrasado, para la clase
obrera es, en realidad, una norma para la actividad
revolucionaria.
Wells: No niego que sea necesario hacer uso de la
violencia, pero sí es mi opinión, que las formas de lucha
deberían ser concertadas como mejor se pueda, con las
posibilidades que ofrecen las leyes existentes dignas de ser
defendidas contra ataques reaccionarios. No hay ninguna
necesidad de desorganizar el sistema viejo, ya que éste, tal
como están las cosas, se va desorganizando por sí solo. Por
eso, la sublevación contra el orden viejo, contra la ley, me
parece anticuada y superada por el desarrollo. Estoy, dicho
sea de paso, exagerando conscientemente, para que la verdad se
haga visible de modo más claro. Puedo formular mi punto de
vista de la siguiente manera: primero, estoy a favor del
orden; segundo, ataco al sistema existente en tanto que no
puede garantizar el orden; tercero, temo que la propaganda a
favor de la guerra de clases vaya a alejar del socialismo
justamente a aquellas personas cultas, que el socialismo
necesita.
Stalin: Si se quiere lograr un gran objetivo, un
objetivo social importante, se precisa una fuerza central, un
baluarte, una clase revolucionaria. Como próximo paso, es
necesario organizar el apoyo de esta fuerza central por parte
de fuerzas auxiliares; en este caso, dicha fuerza auxiliar es
el Partido, al cual están afiliadas también las mejores
fuerzas de la inteligencia. Ud. acaba de hablar de "personas
cultas". Pero ¿en qué personas cultas pensaba? En Inglaterra
durante el siglo XVII, en Francia a fines del siglo XVIII, y
en Rusia durante la época de la Revolución de Octubre, ¿no
estaban muchas personas del lado del viejo orden? El viejo
orden tenía a su servicio a muchas personas sumamente cultas,
que defendían el viejo orden, que combatían el nuevo orden. La
cultura es un arma, cuyo efecto depende de qué mano la haya
forjado, qué mano la dirija. Por supuesto, el proletariado
necesita personas sumamente cultas. Ciertamente; los ingenuos
no pueden ser de ninguna ayuda para el proletariado en su
lucha por el socialismo, en la edificación de una nueva
sociedad. No subestimo el rol de la inteligencia; al
contrario, lo subrayo. Pero la pregunta es la siguiente: ¿de
qué inteligencia estamos hablando? Porque hay diferentes tipos
de inteligencia.
Wells: No puede haber revolución sin cambios radicales
en la instrucción pública. Basta citar dos ejemplos: el
ejemplo de la República alemana, que no tocó el viejo sistema
educacional, y que por eso nunca se convirtió en República; y
el ejemplo del Labour Party inglés, que no tiene la intención
de insistir en una transformación radical de la instrucción
pública.
Stalin: Muy acertado. Permítame ahora responder a sus
tres puntos. Primero: Lo más importante para la revolución es
la existencia de un baluarte social. Tal baluarte social es la
clase obrera. Segundo: se precisa de una fuerza auxiliar,
aquello, que los comunistas llaman Partido. Al Partido está
afiliada la inteligencia obrera, y aquellos elementos de la
inteligencia técnica que están estrechamente ligados a la
clase obrera. La inteligencia se fuerte solamente, si se une
con la clase obrera. Si se contrapone a la clase obrera, se
convierte en una simple cifra. El nuevo poder político crea
las nuevas leyes, el nuevo orden, el cual es un orden
revolucionario. Yo no estoy a favor del orden sin más ni más.
Yo estoy a favor de un orden que corresponda a los intereses
de la clase obrera. Por supuesto, si algunas leyes del viejo
orden pueden ser utilizadas en interés de la lucha por un
orden nuevo, esto debería de hacerse. No tengo objeciones
contra su postulación de que el sistema actual debería ser
atacado, en tanto que no puede garantizar el orden necesario
para el pueblo. Y, finalmente, está equivocado si cree que los
comunistas están enamorados de la violencia. Con todo gusto
renunciarían a la aplicación de violencia, si la clase
dominante estuviera dispuesta a cederle su lugar a la clase
obrera. Pero la experiencia histórica indica lo contrario de
tal suposición.
Wells: Aunque también es cierto, que la historia de
Inglaterra conoce un caso, en que una clase le dejara el poder
a otra clase voluntariamente. En el periodo entre 1830 y 1870,
la aristocracia, que en las postrimerías del siglo XVIII tuvo
aún una influencia considerable, voluntariamente, sin lucha
seria, le cedió el poder a la burguesía, lo cual fue una de
las causas para el sentimental mantenimiento de la monarquía.
En lo sucesivo, esta transferencia del poder condujo a que
erigiera su dominio la oligarquía financiera.
Stalin: Pero Ud. se ha pasado imperceptiblemente de
cuestiones de la revolución a cuestiones de la reforma. Eso no
es lo mismo. ¿No opina que el movimiento cartista tuvo gran
significado para las reformas en la Inglaterra del siglo XIX?
Wells: Los cartistas poco hicieron, y desaparecieron
sin dejar huellas.
Stalin: No comparto su opinión. Los cartistas, y el
movimiento huelguístico organizado por ellos, tuvieron un
papel importante; obligaron a las clases dominantes a una
serie de concesiones con respecto al derecho de sufragio, con
respecto a la abolición de los llamados "distritos electorales
corrompidos", con respecto a algunos puntos de la "Carta". El
cartismo jugó un rol histórico de no poca importancia y obligó
a una parte de las clases dominantes, a menos que hubiese
querido tolerar continuas conmociones, a hacer ciertas
concesiones, ciertas reformas. En general cabe decir que las
clases dominantes de Inglaterra, la aristocracia tanto como la
burguesía, se han mostrado desde el punto de vista de sus
intereses de clase, del punto de vista del afianzamiento de su
poder, ser las más hábiles, las más flexibles en comparación
con todas las otras clases dominantes. Tome, digamos, un
ejemplo de la historia de nuestros días -la huelga general en
Inglaterra, en el año 1926. En caso de semejante
acontecimiento, a saber, que el Consejo general de los
sindicatos dé la orden de huelga, cualquier otra burguesía
hubiese, en primer lugar, hecho detener a los dirigentes
sindicales. No así la burguesía británica, que con ello actuó
de manera absolutamente inteligente, desde el punto de vista
de sus propios intereses. No me imagino que la burguesía de
los Estados Unidos, de Alemania o de Francia hubiese aplicado
una estrategia tan flexible. Para mantener su dominio, las
clases dominantes de Gran Bretaña no han rehusado nunca hacer
pequeñas concesiones, o reformas. Pero sería un error tomar
estas reformas por revolucionarias.
Wells: Ud. Tiene una opinión más favorable de las
clases dominantes de mi país que yo. Pero ¿existe gran
diferencia entre una pequeña revolución y una gran reforma?
¿Acaso una reforma no es una pequeña revolución?
Stalin: A consecuencia de la presión desde abajo, de la
presión de las masas, la burguesía puede, manteniendo el
sistema socio-económico reinante, ocasionalmente conceder
determinadas reformas parciales. Al actuar así, calcula que
esas concesiones son necesarias para mantener su dominio de
clase. Es pues, por este motivo, imposible caracterizar una
reforma como revolución. Por ello, no hemos de esperar ningún
cambio del sistema social que se realice como imperceptible
transición de un sistema a otro, por vía de reformas, a través
de concesiones de la clase dominante.
Wells: Le agradezco mucho por esta conversación, que
para mí ha tenido una gran importancia. Cuando me estuvo
explicando diversos puntos, posiblemente haya recordado el
pasado, cuando en los círculos ilegales antes de la
revolución, solía explicar los fundamentos del socialismo. Hay
actualmente sólo dos personas sobre la tierra, cuya opinión,
cuya más mínima declaración es escuchada todavía por millones
-de Ud. y Roosevelt. Otros, que prediquen cuanto quieran; lo
que digan no será impreso ni tenido en cuenta. Aún no puedo
apreciar, cuánto ha sido logrado en su país. Pero he visto ya
las caras contentar de hombres y mujeres sanos, y sé, que algo
muy significativo se está realizando aquí. La diferencia, en
comparación con 1920, es asombrosa.
Stalin: Mucho más se hubiera podido conseguir, si los
bolcheviques hubiésemos sido más inteligentes.
Wells: No, si los seres humanos fuésemos más
inteligentes. Sería una buena cosa inventar un plan quinquenal
para la reconstrucción del cerebro humano, pues obviamente le
faltan muchas cosas imprescindibles para un orden social
perfecto.
Stalin: ¿Piensa quedarse aquí para el Congreso de la
Unión de Escritores Soviéticos?
Wells: Desafortunadamente tengo varios compromisos, y
me puedo quedar sólo por una semana en la URSS. Vine con el
deseo de hablar con Ud. y estoy muy contento con nuestra
charla. Pero, con los escritores, con los que pueda
encontrarme, pienso hablar de la posibilidad de sus afiliación
al PEN-Club. Es ésta una organización internacional de
escritores, que fue fundada por Galsworthy; después de morir
él, yo me convertí en su presidente. La organización es aún
débil, pero tiene grupos de afiliados en muchos países, y, lo
cual es aún más importante, la prensa informa muy
detalladamente acerca de los discursos de sus miembros. Su
principio es la libre manifestación de opiniones -también de
opiniones contrarias. Espero poder discutir este punto con
Gorki. No sé, si aquí ya se está preparado para tanta
libertad...
Stalin: Los bolcheviques llamamos a eso "autocrítica".
Se acostumbra en toda la URSS. Si Ud. deseara alguna cosa, yo
le podría ayudar con voluntarios.
Wells: Le estoy muy agradecido.
Stalin: Yo le agradezco por la entrevista.
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El...
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3
de diciembre muere
Robert Louis Stevenson, novelista y ensayista
inglés.
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7 de de diciembre de
1928 nace Noam Chomsky, lingüista y escritor
estadounidense, crítico -además- de la sociedad de su
tiempo. En 1996, muere Jorge Donoso, escritor
chileno
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9 de diciembre de 1954 el escritor estadounidense
Ernest
Hemingway (gran creador de diálogos y maestro en el
arte de sugerir, más que mostrar) gana el Premio Nobel
de Literatura.
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12 de diciembre 1821 nace
Gustave Flaubert, novelista
francés. En 1993, muere Guy Des Cars,
otro escritor francés. Sus novelas fueron traducidas a
treinta idiomas. Entre sus obras figuran El solitario,
El péndulo, La impostora, La maldita y
El castillo
de la judía. Obtuvo el premio de la Academia Francesa por
El bruto.
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13 de diciembre de
1995, Camilo José Cela,
Premio Nobel de Literatura 1989, obtiene también el máximo
galardón de las letras españolas: el Premio Cervantes. De
él transcribimos más abajo un fragmento de Café de
Artistas, que nos parece de lo más simpático y que
trata, precisamente, de la relación entre editores y
autores:
"En el
bar, delante de una café con leche, un editor le explica a
un novelista flaquito, con cara de padecer de hígado y
quién sabe si también de hemorroides:
-Mire
usted, Cirilo, dejémonos de zarandajas y de modernismos.
La novela, ¿me escucha usted?
Cirilo
se sobresaltó por dentro y puso un gesto casi ruin de
estar atendiendo mucho.
-Sí,
señor, sí. La novela...
El
editor siguió.
-Pues
eso. La novela, dejémonos de monsergas y de modernismos,
debe constar de tres elementos esenciales. ¿Me entiende
usted?
El
novelista, por poco, le responde:
-Sí,
señor, le entiendo la mar de bien: fe, esperanza y
caridad.
Pero
pudo contenerse a tiempo.
-Sí,
señor, ya lo creo. ¡Los tres elementos tradicionales,
clásicos, esenciales! ¡Je, Je!
El
editor respiró hondo y continuó.
-¿Quiere usted un cafetito?
-Bueno...
-Oiga,
un cafetito para este señor.
El
editor miró para Cirilo y Cirilo se compuso unos ojitos de
oveja que querían significar todo su mucho agradecimiento.
-Y
esos tres elementos de que le hablo, amigo mío, esos tres
elementos tradicionales, clásicos, esenciales, dejémonos
de gaitas y de modernismos, son ¿sabe usted cuáles son?
-Siga,
siga...
-Pues
son: planteamiento, nudo y desenlace. Sin planteamiento
nudo y desenlace, por más vueltas que usted quiera darle,
no hay novela; hay, ¿quiere usted que se lo diga?
-Sí,
señor, sí.
-Pues
no hay nada, para que lo sepa. Hay ¡fraude y modernismos!
El
pobre Cirilo estaba hundido, anonadado. El editor usaba
argumentos muy sólidos.
-Y si
usted quiere le que encargue una novela, ya sabe:
planteamiento, nudo y desenlace. Verbigracia: una joven
huérfana trabaja como una negra para poder sacar adelante
a sus once hermanitos, que también son huérfanos y están
algo delicados. Para darle mayores visos de realidad,
podemos decir que trabaja en el instituto nacional de
previsión, en la sección de seguros para madres lactantes.
Bueno. La joven, que se llama, por ejemplo, Esmeralda de
Valle-Florido, o Graciela de Prado-Tierno, o algún otro
nombre cualquiera, el caso es que sea bello y simbólico,
conoce un día, en una cafetería americana, ¡hay que ser
modernos!, a un joven apuesto, de mirar profundo, que se
llama, por ejemplo, Carlos o Alberto. No se le ocurra
ponerle Estanislao, comprenda que no hace bien.
-Claro; sí, señor.
-Pues
eso. ¡Ya casi tenemos el planteamiento! Carlos, que es muy
desgraciado, corteja Esmeralda, que tampoco es
feliz, pero Esmeralda le pone una condición: ¡Carlos!
Dime, amor. ¡Quítate del vermú! Carlos se aparta de la
bebida y la joven pareja pasa por instantes muy dichosos.
¿Eh, qué tal?
Cirilo
estaba entusiasmado.
-¡Extraordinario!
El
editor sonrió, satisfecho.
-Pues nada, ¡para que vea mi afán de colaboración!, si le
gusta, ¡se lo regalo!
-Gracias, don Serafín, muchas gracias. ¡Nunca podré
agradecerle bastante todo lo que usted hace por mí!
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14 de diciembre de 1797 nace
Heinrich Heine, poeta romántico alemán. En 1984, muere
Vicente Aleixandre,
poeta español que obtuvo el Nobel de Literatura en 1977.
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17 de diciembre es un gran día para la
ciencia ficción: nace, en
1917, el inglés Arthur Charles Clarke, y, en
1928, el estadounidense Philip Dick.
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26 de diciembre de 1989 muere Samuel Beckett, poeta,
novelista y destacado dramaturgo del teatro del absurdo.
De origen irlandés, en 1969 fue galardonado con el Premio
Nobel.
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30 de diciembre de 1936 muere el filósofo y escritor
español
Miguel de Unamuno.
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