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Boletín de LibrosEnRed Nº 53
 24 de junio de 2005
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"El arte es un tipo de conocimiento superior a la experiencia."
 Aristóteles (1515-1582), filósofo

En este número:

01


Estimados lectores, y autores actuales o potenciales:

A partir de este mes, como respuesta al pedido de cientos de autores, LibrosEnRed incluirá en su catálogo obras en otros idiomas. Lanzaremos colecciones en:

  • inglés

  • catalán

  • portugués

  • italiano

  • francés

Con los meses continuaremos incluyendo más lenguas. Así que, si quiere ampliar la llegada de su libro a otros países (o conoce a alguien que desee hacerlo), ya cuenta con la alternativa de incluirse en nuestro catálogo específico. ¡Lo esperamos!


Un avisos para todos:

Estamos buscando socios estratégicos para impresiones de libros en papel (imprentas digitales e imprentas) en México y España. Por favor, ponerse en contacto con [email protected]


Con miles de ganadores, ha finalizado la Búsqueda del Tesoro. Quien resultó beneficiaria del lote de libros impresos fue Alicia Leal, de Tamaulipas, México. El festejo del aniversario terminó y es hora de volver a los desafíos habituales. El Acertijo de este mes pregunta:

¿Qué conocido director de cine dijo recientemente:

"Siempre he tenido una confianza extrema mientras escribo. Luego, cuando filmo, me siento más o menos cómodo, y después, cuando edito y veo lo que he hecho... toda mi confianza se desvanece. Pienso: ‹‹¡Mi Dios! ¿Qué hice? ¡Tenía una percepción maravillosa... y grabé esto!››""?

  Si imaginan de quién se trata, envíen su respuesta -directamente en el asunto del correo electrónico- a [email protected]. Si tienen dudas, esperen la próxima pista el lunes 4 de julio, aquí.

Hasta el mes que viene,

Editorial LibrosEnRed

 

02


El calendario del arrabal y las hojas del basurero


tapa   

   Colección: Filosofía y Teoría Social

   Autor: José Gutiérrez Lama
            

            

El calendario del arrabal y las hojas del basurero
es una crónica poco común que nos invita a desarrollar la imaginación, activar la capacidad de juicio y despertar la sensibilidad adormecida.

El libro pretende conducirnos a través de toda esa maraña de emociones, sentimientos y razón de la que todos, de alguna u otra manera, estamos conformados. Es un intento de sustraer y salvaguardar al personaje interno que nos habita cotidianamente, con objeto de que sea capaz de expresarse con plena libertad y sin trabas en la lengua; dejando de lado los cartabones de lo “social o moralmente aceptable” en los que normalmente moramos y donde nos mantenemos conformes.

Es un relato espontáneo, cándido y natural. Nos refleja como individuos en un mundo que, en su potencial crudeza, llega a superar nuestra capacidad de entendimiento hasta el punto de resultarnos del todo ajeno.

La travesía del texto recorre lugares comunes desde una perspectiva amplia, singular y descarada. A lo largo de las páginas, nos es fácil transportarnos en un auténtico tobogán de sensaciones, que van desde la reflexión profunda, hasta el trivial desenfado; pasando desde luego por la posibilidad de externar una sonrisa o emitir un suspiro.

Este calendario, ante todo, no es un libro concluyente. Es simplemente una propuesta, una invitación al lector para que lo concluya personal e íntimamente; después de todo, aquello que está en lo más profundo de nosotros, no puede provocarlo ni impedirlo la conciencia...


Enfermedad física crónica y familia

tapa                                                                  

   Colección: Ciencias de la Salud

   Autor: Joana Jaureguizar Albonigamayor
               Alberto Espina Eizaguirre


El estrés, uno de los padecimientos más comunes en el hombre de hoy, está estrechamente relacionado con el desencadenamiento o curso de ciertas enfermedades que sufrimos. Este libro trata de abordar los mecanismos y las consecuencias del estrés, sin dejar de lado el entorno relacional, fuente de apoyo del paciente.

Sus autores, los especialistas Alberto Espina y Joana Jaureguizar han buscado -y no dudamos de que lo han conseguido- que el presente texto sea de utilidad tanto para pacientes y familiares, como para profesionales.


Poderes sabios

tapa   

   Colección: Ciencias Espirituales y Esotéricas

   Autor: Clarissel Cruz
              


Dos libros en uno que cambiarán su vida. Este no es simplemente un conjunto de páginas. Es además un mensaje de nuestros protectores ancestrales que quieren activar nuestros cerebros y desbloquear nuestras conciencias dándonos la elección de volver a ser felices y exitosos.

En el corazón de lo que aparenta ser un cuento, usted encontrará la verdadera sabiduría de vida, aquella que nos trasmitieron en el comienzo de los tiempos y que con el transcurso de los milenios fuimos desvirtuando hasta entrar en confusión y miedo, hasta hacernos olvidar nuestra nuestra esencia. Es importante que seamos personas libres, dichosas, completas.

Hoy es un día especial, este libro llegó hasta usted por alguna razón, descúbrala a través de Poderes sabios.

Clarissel Cruz (Portugal, 1969) asegura que Poderes sabios le llegó por inspiración una tarde cuando, recostada sobre el sillón del living, se preguntaba qué podía hacer para ayudar a la humanidad. En ese momento, un impulso fortísimo la llevó a escribir. Despertó de madrugada rodeada de hojas con poder y sabiduría, y entendió que debía enviarlas por el mundo: esa era la misión.

 

El clásico de regalo

El origen de las especies es uno de los libros fundamentales de nuestra cultura. Ya a fines del siglo XVIII, como en busca de un portavoz, la teoría de la evolución rondaba lentamente la atmósfera de los naturalistas. Pero fue Darwin quien llevó las investigaciones hasta el final y compiló sus observaciones. El 24 de noviembre de 1859, publicó El origen de las especies, que se agotó en el mismo día de su aparición.

Fue el primer relato claro y convincente acerca de la teoría de la evolución y de la selección natural. En él, se explican de forma simple tesis fundamentales como la adaptación de cada especie a las necesidades de su entorno y la eliminación de las variaciones desfavorables en la transmisión genética. Darwin redactó sus hallazgos en un lenguaje directo y coloquial, accesible a cualquier lector.

Lo presentamos gratis para los miembros del Club de Lectores.

tapa

  

  
  Colección: Filosofía y Teoría Social

   


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Encuesta para los lectores
03


"Tenía entendido que sólo había buena y mala literatura. Eso de la literatura comprometida me suena lo mismo que equitación protestante", ironizó Borges en una de sus memorables intervenciones.

Jean Paul Sartre, de cuyo nacimiento se cumplen este mes 100 años, creía en la literatura comprometida. Una literatura que no sólo debía reflejar la realidad social, sino además intentar transformarla. Desde la célebre
revista Temps Modernes, llamaba a los artistas a la acción: "Queremos que la literatura vuelva a ser lo que nunca tendría que haber dejado de ser: una función social. Queremos contribuir a la provocación de cambios en la sociedad que nos rodea".

Usted, ¿cree que la literatura debe asumir compromisos sociales o políticos? ¿O, por el contrario, le parece que, como otras manifestaciones artísticas, tiene sentido y finalidad en sí misma, y que sólo se le puede pedir que lleve lo más lejos posible sus cualidades creativas y estéticas?

  • Sí, creo que la literatura debe no sólo reflejar la realidad, sino además buscar intervenir en ella para lograr un mundo mejor.

  • No, la literatura no debe cumplir funciones sociales. Su única "responsabilidad" es proporcionar placer estético. 

Lo invitamos a votar haciendo clic aquí

 

"Por qué escribir", extraído de Qué es la literatura
04



Cada cual tiene sus razones: para este, el arte es un escape; para aquel, un modo de conquistar. Pero cabe huir a una ermita, a la locura, a la muerte y cabe conquistar con las armas. ¿Por qué precisamente escribir, hacer por escrito esas evasiones y esas conquistas? Es que, detrás de los diversos propósitos de los autores, hay una elección más profunda e inmediata, común a todos. Vamos a intentar una elucidación de esta elección y veremos si no es ella misma lo que induce a reclamar a los escritores que se comprometan.

Cada una de nuestras percepciones va acompañada de la conciencia de que la realidad humana es "reveladora", es decir, de que "hay" ser gracias a ella o, mejor aún, que el hombre es el medio por el que las cosas se manifiestan; es nuestra presencia en el mundo lo que multiplica las relaciones; somos nosotros los que ponemos en relación este árbol con ese trozo de cielo; gracias a nosotros, esa estrella, muerta hace milenios, ese cuarto de luna y ese río se revelan en la unidad de un paisaje; es la velocidad de nuestro automóvil o nuestro avión lo que organiza las grandes masas terrestres; con cada uno de nuestros actos, el mundo nos revela un rostro nuevo. Pero, si sabemos que somos los detectores del ser, sabemos también que no somos sus productores. Si le volvemos la espalda, ese paisaje quedará sumido en su permanencia oscura. Quedará sumido por lo menos; no hay nadie tan loco que crea que el paisaje se reducirá a la nada. Seremos nosotros los que nos reduciremos a la nada y la tierra continuará en su letargo hasta que otra conciencia venga a despertarla. De este modo, a nuestra certidumbre interior de ser "reveladores" se une la de ser inesenciales en relación con la cosa revelada.

Uno de los principales motivos de la creación artística es indudablemente la necesidad de sentirnos esenciales en relación con el mundo. Este aspecto de los campos o del mar y esta expresión del rostro por mí revelados, cuando los fijo en un cuadro o un escrito, estrechando las relaciones, introduciendo el orden donde no lo había, imponiendo la unidad de espíritu a la diversidad de la cosa, tienen para mi conciencia el valor de una producción, es decir, hacen que me sienta esencial en relación con mi creación. Pero esta vez, lo que se me escapa es el objeto creado: no puedo revelar y producir a la vez. La creación pasa a lo inesencial en relación con la actividad creadora. Por de pronto, aunque parezca a los demás algo definitivo, el objeto creado siempre se nos muestra como provisional: siempre podemos cambiar esta línea, este color, esta palabra. El objeto creado no se impone jamás.

(...) Si producimos nosotros mismos las normas de la producción, las medidas y los criterios y si nuestro impulso creador viene de lo más profundo del corazón, no cabe nunca encontrar en la obra otra cosa que nosotros mismos: somos nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que juzgamos esa obra; vemos en ella nuestra historia, nuestro amor, nuestra alegría; aunque la contemplemos sin volverla a tocar, nunca nos entrega esa alegría o ese amor, porque somos nosotros quienes ponernos esas cosas en ella; los resultados que hemos obtenido sobre el lienzo o sobre el papel no nos parecen nunca objetivos, pues conocemos demasiado bien los procedimientos de los que son los efectos. Estos procedimientos continúan siendo un hallazgo subjetivo: son nosotros mismos, nuestra inspiración, nuestra astucia, y, cuando tratamos de percibir nuestra obra, todavía la creamos, repetimos mentalmente las operaciones que la han producido y cada uno de los aspectos se nos manifiesta como un resultado. Así, en la percepción, el objeto se manifiesta como esencial y el sujeto como inesencial; este busca la esencialidad en la creación y la obtiene, pero entonces el objeto se convierte en inesencial.

Ahora bien, la operación de escribir supone una cuasi-lectura implícita que hace la verdadera lectura imposible. Cuando las palabras se forman bajo la pluma, el autor las ve, sin duda, pero no las ve como el lector, pues las conoce antes de escribirlas; su mirada no tiene por función despertar rozando las palabras dormidas que están a la espera de ser leídas, sino de controlar el trazado de los signos; es una misión puramente reguladora, en suma, y la vista nada enseña en este caso, salvo los menudos errores de la mano. El escritor no prevé ni conjetura: proyecta. Con frecuencia, se espera; espera, como se dice, la inspiración. Pero no se espera a sí mismo como se espera a los demás; si vacila, sabe que el porvenir no está labrado, que es él mismo quien tiene que labrarlo, y, si ignora todavía qué va a ser de su héroe, es sencillamente que todavía no ha pensado en ello, que no lo ha decidido; entonces, el futuro es una página en blanco, mientras que el futuro del lector son doscientas paginas llenas de palabras que le separan del fin. Así, el escritor no hace más que volver a encontrar en todas partes su saber, su voluntad, sus proyectos; es decir, vuelve a encontrarse a sí mismo; no tiene jamás contacto con su propia subjetividad y el objeto que crea está fuera de alcance: no lo crea para él. Si se relee, es ya demasiado tarde; su frase no será jamás a sus ojos completamente una cosa. El escritor va hasta los límites de lo subjetivo, pero no los franquea: aprecia el efecto de un rasgo, de una máxima, de un adjetivo bien colocado, pero se trata del efecto sobre los demás; puede estimarlo, pero no volverlo a sentir. Proust nunca ha descubierto la homosexualidad de Charlus, porque la tenía decidida antes de iniciar su libro. Y si la obra adquiere un día para su autor cierto aspecto de subjetividad, es que han transcurrido los años y que el autor ha olvidado lo escrito, no tiene ya en ello arte ni parte y no sería ya indudablemente capaz de escribirlo. Tal vez es el caso de Rousseau volviendo a leer El contrato social al final de su vida.

No es verdad, pues, que se escriba para sí mismo: sería el mayor de los fracasos; al proyectar las emociones sobre el papel, apenas se lograría procurarles una lánguida prolongación. El acto creador no es más que un momento incompleto y abstracto de la producción de una obra; si el autor fuera el único hombre existente, por mucho que escribiera, jamás su obra vería la luz como objeto; no habría más remedio que dejar la pluma o desesperarse. Pero la operación de escribir supone la de leer como su correlativo dialéctico y estos dos actos conexos necesitan dos agentes distintos. Lo que hará surgir ese objeto concreto e imaginario, que es la obra del espíritu, será el esfuerzo conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para los demás.

 

Entrevista a Carlos Martín Pérez*
05


1. Usted ha desarrollado una exitosa carrera en mundo militar. ¿Cómo fue que empezó a escribir?

Bueno, lo primero puntualizar que mi carrera militar es de lo mas normal en mi país, así que gracias por lo de “exitosa”. Empecé a escribir a finales de los años 90, creo que por probar qué tal se me daba. Y también porque sentía la necesidad de transmitir estos conocimientos que casi nadie suele transmitir.

2. Hace meses ocupa el puesto número 1 en ventas, en nuestra editorial. ¿Cuál diría que es la clave para seducir tantos lectores?

Tal vez escribir de forma clara y transmitir las ideas sin rodeos. Como me dijo un lector: llamar a las cosas por su nombre. No soy nada “políticamente correcto”. Tal vez es lo que notamos en falta en los líderes actuales... y por eso no nos fiamos de ellos.

3. ¿Qué libros le gustan a usted? ¿Qué autores tiene como referente?

Como libros de cabecera recomiendo El arte de la guerra (de Sun Tzu), El arte de la prudencia (de Baltasar Gracián) y toda la obra de Nicolás Maquiavelo y Baltasar Gracián. Estos personajes escribían autoayuda de la buena y decían verdades como puños.

4. ¿Con qué personajes de la historia se queda, si tiene que elegir modelos en pensamiento estratégico?

Con el General Zhuge Liang del período de los Tres Reinos en China. Y por supuesto, con Sun Tzu. Ambos siguen en vigor después de 2.500 años. El pensamiento del lejano Oriente es muy válido para cualquier cultura. Además, pensando en “oriental” logrará muchas sorpresas exitosas en una sociedad como la nuestra cuya “cultura” de moda es el modelo anglosajón. Y tal y como está creciendo China, no está de mas conocer su legado porque ellos ya nos han estudiado a Occidente.

5. ¿Cómo se le ocurrió que estrategias pensadas para un contexto de enfrentamiento militar podrían servir para mejorar nuestra propia vida, en sus diferentes aspectos?

En la Academia Militar tuve un profesor que explicaba la táctica poniendo ejemplos de la vida diaria. Y a mi siempre me ha dado resultados. Así que investigué y creo que es la mejor autoayuda que hay. Ordena la mente, impide el fatal autoengaño y sirve para casi cualquier aspecto de la vida. Si se fija, en definitiva, es lo mismo que las artes marciales: son una vía para perfeccionar al ser humano.

6. ¿Cuáles son sus próximos proyectos editoriales? ¿Tiene pensado un nuevo libro?

Tengo previsto acabar en breve un libro sobre estrategias en la antigua China. Y mas tarde, seguir en esa línea. Aunque tal vez haya alguna sorpresa y publique algún libro sobre temas totalmente diferentes.
 

*Carlos Martín Pérez es experto en estrategias. Ha aplicado su formación profesional (es Oficial del Ejército Español) a pensar el desenvolvimiento de las situaciones humanas y en cómo aprovechar las reglas bajo las que parecen guiarse en beneficio propio. Es autor de El gran juego y Estrategia y mente. El código del gran juego.
 

05


El...


      
3 de junio de 1924 murió Franz Kafka, escritor checoslovaco.
     

      
11 de junio muere Juan José Saer, escritor argentino. Había nacido en 1937 en la  provincia de Santa Fe, y residía en Francia desde 1968. Autor de cuentos, novelas y ensayos traducidos a varios idiomas, Saer es considerado uno de los escritores más destacados de la literatura argentina.

Entre otras obras, se pueden citar Unidad de lugar (1967), Cicatrices (1969), Nadie nada nunca (1980), El río sin orillas (1991) y Lugar (2000). En octubre de 2004, Saer fue distinguido con el XV Premio Unión Latina de Literaturas Románicas.

De su obra La Mayor (1976), hemos extraído el relato "En el extranjero":

“La nada no ocupa mi pensamiento sino mi vida, me decía, hace unos días, en una carta Pichón Garay. Durante las horas del día no le dedico el más mínimo pensamiento; y mis noches se llenan de sueños carnales. Ha de ser porque la nada es una certidumbre, y hay una raza de hombres a la que debo, presumiblemente, pertenecer, que no baila más que con la música de lo incierto.

Así me escribe a veces, desde el extranjero, Pichón Garay. O también: el extranjero no deja rastro, sino recuerdos. Los recuerdos nos son a menudo exteriores: una película en colores de la que somos la pantalla. Cuando la proyección se detiene, recomienza la oscuridad. Los rastros, en cambio, que vienen desde mas lejos, son el signo que nos acompaña, que nos deforma y que moldea nuestra cara, como el puñetazo la nariz del boxeador. Se viaja siempre al extranjero. Los niños no viajan sino que ensanchan su país natal.

Otra de sus cartas traía la siguiente reflexión: el ajo y el verano, son dos rastros que no vienen siempre desde muy lejos. El extranjero pone en evidencia su irrealidad. Estoy tratando de decirte que el extranjero -es decir, la vida para mi hace siete años- es un rodeo estúpido, y tal vez en espiral, que me hace pasar, una y otra vez, por la latitud del punto capital, pero un poco mas lejos cada vez. Releyéndome, compruebo que, como de costumbre, lo esencial no se ha dejado decir. O incluso: dichosos los que se quedan, Tomatis, dichosos los que se quedan. De tanto viajar las huellas se entrecruzan, los rastros se sumergen o se aniquilan y si se vuelve alguna vez, no va que viene con uno, insaciable, el extranjero, y se instala en la casa natal.”

       14 de junio mueren Lewis Carroll -en el año 1898-, Gilbert Keith Chesterton -en 1936- y Jorge Luis Borges, en 1986.

       21 de junio de 1905 nace Jean Paul Sartre. Teórico del individualismo (“Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”) y del existencialismo, es sin duda uno de los pensadores clave del siglo XX. Retrató la náusea del hombre contemporáneo perdido en un mundo sin dioses ni sentido. Trató desde la filosofía y la literatura temas como la soledad, la muerte, la subjetividad o la libertad. Nadie personificó como él al intelectual comprometido con su tiempo; pocos han asumido de forma tan radical convicciones y gestos que la opinión pública podía denunciar como contradictorios: siendo un fervoroso comunista, condenó la invasión soviética de Hungría, apoyó la revolución maoísta; rechazó el Nobel de Literatura, pero reclamó el dinero; combatió en la Resistencia y estuvo en las barricadas del 68 francés.

Este día también nació, en 1948, el escritor británico Ian McEwan, escritor británico.

       25 de junio de 1984 moría Michel Foucault, filósofo y autor de importantísimas obras del pensamiento, como Vigilar y castigar, Historia de la sexualidad y Las palabras y las cosas.

  
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