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"El arte es un tipo de
conocimiento superior a la experiencia."
Aristóteles (1515-1582),
filósofo
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En
este número:
1. Editorial: ¡ampliamos
nuestro catálogo a otros idiomas!
2. Recomendados y un
clásico
de regalo
3.
Encuesta
a propósito del aniversario del nacimiento de
Sartre:
la literatura ¿debe asumir un compromiso social?
4. "¿Por qué escribir?",
por
Jean-Paul Sartre
5. Entrevista a
Carlos Martín Pérez,
nuestro best seller número uno
6. Efemérides
7. Direcciones para
encontrarnos
8. Suscripciones |
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Estimados lectores, y autores actuales o potenciales:
A partir de este mes, como respuesta al pedido de
cientos de autores, LibrosEnRed incluirá en su
catálogo obras en otros idiomas. Lanzaremos
colecciones en:
-
inglés
-
catalán
-
portugués
-
italiano
-
francés
Con los meses continuaremos incluyendo más lenguas. Así
que, si quiere ampliar la llegada de su libro a otros
países (o conoce a alguien que desee hacerlo), ya cuenta
con la alternativa de incluirse en nuestro catálogo
específico. ¡Lo esperamos!
Un avisos para todos:
Estamos buscando socios
estratégicos para impresiones de libros en papel
(imprentas digitales e imprentas) en México y España. Por
favor, ponerse en contacto con [email protected]
Con miles de ganadores, ha finalizado la Búsqueda del
Tesoro. Quien resultó beneficiaria del lote de libros
impresos fue Alicia Leal, de Tamaulipas, México. El
festejo del aniversario terminó y es hora de volver a los
desafíos habituales. El Acertijo de este mes
pregunta:
¿Qué conocido director de cine
dijo recientemente:
"Siempre he tenido una confianza
extrema mientras escribo. Luego, cuando filmo, me siento
más o menos cómodo, y después, cuando edito y veo lo que
he hecho... toda mi confianza se desvanece. Pienso:
‹‹¡Mi Dios! ¿Qué hice? ¡Tenía una percepción
maravillosa... y grabé esto!››""?
Si imaginan de quién
se trata, envíen su respuesta -directamente en el asunto
del correo electrónico- a [email protected].
Si tienen dudas, esperen la próxima pista el lunes
4 de julio, aquí.
Hasta el mes que viene,
Editorial
LibrosEnRed
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El calendario del arrabal y las hojas
del basurero
Colección:
Filosofía y
Teoría Social
Autor:
José Gutiérrez Lama
El calendario del arrabal y las hojas del basurero
es una crónica poco común que nos invita a desarrollar la
imaginación, activar la capacidad de juicio y despertar la
sensibilidad adormecida.
El libro pretende conducirnos a través de toda esa maraña
de emociones, sentimientos y razón de la que todos, de
alguna u otra manera, estamos conformados. Es un intento
de sustraer y salvaguardar al personaje interno que nos
habita cotidianamente, con objeto de que sea capaz de
expresarse con plena libertad y sin trabas en la lengua;
dejando de lado los cartabones de lo “social o moralmente
aceptable” en los que normalmente moramos y donde nos
mantenemos conformes.
Es un relato espontáneo, cándido y natural. Nos refleja
como individuos en un mundo que, en su potencial
crudeza, llega a superar nuestra capacidad de
entendimiento hasta el punto de resultarnos del todo
ajeno.
La travesía del texto recorre lugares comunes desde una
perspectiva amplia, singular y descarada. A lo largo de
las páginas, nos es fácil transportarnos en un auténtico
tobogán de sensaciones, que van desde la reflexión
profunda, hasta el trivial desenfado; pasando desde luego
por la posibilidad de externar una sonrisa o emitir un
suspiro.
Este calendario, ante todo, no es un libro concluyente. Es
simplemente una propuesta, una invitación al lector
para que lo concluya personal e íntimamente; después de
todo, aquello que está en lo más profundo de nosotros, no
puede provocarlo ni impedirlo la conciencia...
Enfermedad física crónica y
familia
Colección:
Ciencias de la Salud
Autor:
Joana Jaureguizar Albonigamayor
Alberto Espina Eizaguirre
El estrés, uno de los padecimientos más comunes en
el hombre de hoy, está estrechamente relacionado con el
desencadenamiento o curso de ciertas enfermedades que
sufrimos. Este libro trata de abordar los mecanismos y las
consecuencias del estrés, sin dejar de lado el entorno
relacional, fuente de apoyo del paciente.
Sus autores, los especialistas Alberto Espina y Joana
Jaureguizar han buscado -y no dudamos de que lo han
conseguido- que el presente texto sea de utilidad tanto
para pacientes y familiares, como para profesionales.
Poderes sabios
Colección:
Ciencias Espirituales y Esotéricas
Autor:
Clarissel Cruz
Dos libros en uno que cambiarán su vida. Este no es
simplemente un conjunto de páginas. Es además un mensaje
de nuestros protectores ancestrales que quieren activar
nuestros cerebros y desbloquear nuestras conciencias
dándonos la elección de volver a ser felices y exitosos.
En el corazón de lo que aparenta ser un cuento, usted
encontrará la verdadera sabiduría de vida, aquella que nos
trasmitieron en el comienzo de los tiempos y que con el
transcurso de los milenios fuimos desvirtuando hasta
entrar en confusión y miedo, hasta hacernos olvidar
nuestra nuestra esencia. Es importante que seamos personas
libres, dichosas, completas.
Hoy es un día especial, este libro llegó hasta usted
por alguna razón, descúbrala a través de Poderes
sabios.
Clarissel Cruz (Portugal, 1969) asegura que
Poderes sabios le llegó por inspiración una tarde
cuando, recostada sobre el sillón del living, se
preguntaba qué podía hacer para ayudar a la humanidad. En
ese momento, un impulso fortísimo la llevó a escribir.
Despertó de madrugada rodeada de hojas con poder y
sabiduría, y entendió que debía enviarlas por el mundo:
esa era la misión.
El clásico de regalo
El origen de las especies
es uno
de los libros fundamentales de nuestra cultura. Ya a fines
del siglo XVIII, como en busca de un portavoz, la teoría
de la evolución rondaba lentamente la atmósfera de los
naturalistas. Pero fue
Darwin quien llevó las
investigaciones hasta el final y compiló sus observaciones.
El 24 de noviembre de 1859, publicó El origen de las
especies, que se agotó en el mismo día de su aparición.
Fue el primer relato claro y convincente acerca de la
teoría de la evolución y de la selección natural.
En él, se explican de forma simple tesis fundamentales
como la adaptación de cada especie a las necesidades de su
entorno y la eliminación de las variaciones desfavorables
en la transmisión genética. Darwin redactó sus hallazgos
en un lenguaje directo y coloquial, accesible a cualquier
lector.
Lo presentamos gratis
para los miembros del Club
de Lectores.
Colección:
Filosofía y Teoría Social
¿Usted
también escribe? Poesía, ensayo, novelas...
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Encuesta
para los lectores |
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"Tenía entendido que sólo había buena y mala literatura.
Eso de la literatura comprometida me suena lo mismo que
equitación protestante", ironizó Borges en una de
sus memorables intervenciones.
Jean Paul Sartre, de cuyo nacimiento se cumplen
este mes 100 años, creía en la literatura comprometida.
Una literatura que no sólo debía reflejar la realidad
social, sino además intentar transformarla. Desde la
célebre
revista Temps Modernes, llamaba a los artistas a la
acción: "Queremos que la literatura vuelva a ser lo que
nunca tendría que haber dejado de ser: una función social.
Queremos contribuir a la provocación de cambios en la
sociedad que nos rodea".
Usted, ¿cree que la literatura debe asumir compromisos
sociales o políticos? ¿O, por el contrario, le parece que,
como otras manifestaciones artísticas, tiene sentido y
finalidad en sí misma, y que sólo se le puede pedir que
lleve lo más lejos posible sus cualidades creativas y
estéticas?
-
Sí, creo que la literatura
debe no sólo reflejar la realidad, sino además buscar
intervenir en ella para lograr un mundo mejor.
-
No, la
literatura no debe cumplir funciones sociales. Su única
"responsabilidad" es proporcionar placer estético.
Lo invitamos a
votar haciendo clic
aquí.
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Cada cual tiene sus razones: para este, el arte es un
escape; para aquel, un modo de conquistar. Pero cabe huir
a una ermita, a la locura, a la muerte y cabe conquistar con
las armas. ¿Por qué precisamente escribir, hacer por escrito
esas evasiones y esas conquistas? Es que, detrás de los
diversos propósitos de los autores, hay una elección más
profunda e inmediata, común a todos. Vamos a intentar una
elucidación de esta elección y veremos si no es ella misma lo
que induce a reclamar a los escritores que se comprometan.
Cada una de nuestras percepciones va acompañada de la
conciencia de que la realidad humana es "reveladora", es
decir, de que "hay" ser gracias a ella o, mejor aún, que el
hombre es el medio por el que las cosas se manifiestan; es
nuestra presencia en el mundo lo que multiplica las
relaciones; somos nosotros los que ponemos en relación este
árbol con ese trozo de cielo; gracias a nosotros, esa
estrella, muerta hace milenios, ese cuarto de luna y ese río
se revelan en la unidad de un paisaje; es la velocidad de
nuestro automóvil o nuestro avión lo que organiza las grandes
masas terrestres; con cada uno de nuestros actos, el mundo nos
revela un rostro nuevo. Pero, si sabemos que somos los
detectores del ser, sabemos también que no somos sus
productores. Si le volvemos la espalda, ese paisaje
quedará sumido en su permanencia oscura. Quedará sumido por lo
menos; no hay nadie tan loco que crea que el paisaje se
reducirá a la nada. Seremos nosotros los que nos reduciremos a
la nada y la tierra continuará en su letargo hasta que otra
conciencia venga a despertarla. De este modo, a nuestra
certidumbre interior de ser "reveladores" se une la de ser
inesenciales en relación con la cosa revelada.
Uno de los principales motivos de la creación artística es
indudablemente la necesidad de sentirnos esenciales en
relación con el mundo. Este aspecto de los campos o del
mar y esta expresión del rostro por mí revelados, cuando los
fijo en un cuadro o un escrito, estrechando las relaciones,
introduciendo el orden donde no lo había, imponiendo la unidad
de espíritu a la diversidad de la cosa, tienen para mi
conciencia el valor de una producción, es decir, hacen que me
sienta esencial en relación con mi creación. Pero esta vez, lo
que se me escapa es el objeto creado: no puedo revelar y
producir a la vez. La creación pasa a lo inesencial en
relación con la actividad creadora. Por de pronto, aunque
parezca a los demás algo definitivo, el objeto creado siempre
se nos muestra como provisional: siempre podemos cambiar esta
línea, este color, esta palabra. El objeto creado no se impone
jamás.
(...) Si producimos nosotros mismos las normas de la
producción, las medidas y los criterios y si nuestro impulso
creador viene de lo más profundo del corazón, no cabe nunca
encontrar en la obra otra cosa que nosotros mismos: somos
nosotros quienes hemos inventado las leyes con las que
juzgamos esa obra; vemos en ella nuestra historia, nuestro
amor, nuestra alegría; aunque la contemplemos sin volverla a
tocar, nunca nos entrega esa alegría o ese amor, porque somos
nosotros quienes ponernos esas cosas en ella; los resultados
que hemos obtenido sobre el lienzo o sobre el papel no nos
parecen nunca objetivos, pues conocemos demasiado bien los
procedimientos de los que son los efectos. Estos
procedimientos continúan siendo un hallazgo subjetivo: son
nosotros mismos, nuestra inspiración, nuestra astucia, y,
cuando tratamos de percibir nuestra obra, todavía la creamos,
repetimos mentalmente las operaciones que la han producido y
cada uno de los aspectos se nos manifiesta como un resultado.
Así, en la percepción, el objeto se manifiesta como esencial y
el sujeto como inesencial; este busca la esencialidad en la
creación y la obtiene, pero entonces el objeto se convierte en
inesencial.
Ahora bien, la operación de escribir supone una cuasi-lectura
implícita que hace la verdadera lectura imposible. Cuando las
palabras se forman bajo la pluma, el autor las ve, sin duda,
pero no las ve como el lector, pues las conoce antes de
escribirlas; su mirada no tiene por función despertar rozando
las palabras dormidas que están a la espera de ser leídas,
sino de controlar el trazado de los signos; es una misión
puramente reguladora, en suma, y la vista nada enseña en este
caso, salvo los menudos errores de la mano. El escritor no
prevé ni conjetura: proyecta. Con frecuencia, se espera;
espera, como se dice, la inspiración. Pero no se espera a sí
mismo como se espera a los demás; si vacila, sabe que el
porvenir no está labrado, que es él mismo quien tiene que
labrarlo, y, si ignora todavía qué va a ser de su héroe, es
sencillamente que todavía no ha pensado en ello, que no lo ha
decidido; entonces, el futuro es una página en blanco,
mientras que el futuro del lector son doscientas paginas
llenas de palabras que le separan del fin. Así, el escritor
no hace más que volver a encontrar en todas partes su saber,
su voluntad, sus proyectos; es decir, vuelve a encontrarse
a sí mismo; no tiene jamás contacto con su propia subjetividad
y el objeto que crea está fuera de alcance: no lo crea para
él. Si se relee, es ya demasiado tarde; su frase no será jamás
a sus ojos completamente una cosa. El escritor va hasta los
límites de lo subjetivo, pero no los franquea: aprecia el
efecto de un rasgo, de una máxima, de un adjetivo bien
colocado, pero se trata del efecto sobre los demás; puede
estimarlo, pero no volverlo a sentir. Proust nunca ha
descubierto la homosexualidad de Charlus, porque la tenía
decidida antes de iniciar su libro. Y si la obra adquiere un
día para su autor cierto aspecto de subjetividad, es que han
transcurrido los años y que el autor ha olvidado lo escrito,
no tiene ya en ello arte ni parte y no sería ya indudablemente
capaz de escribirlo. Tal vez es el caso de Rousseau
volviendo a leer El contrato social al final de su
vida.
No es verdad, pues, que se escriba para sí mismo: sería
el mayor de los fracasos; al proyectar las emociones sobre el
papel, apenas se lograría procurarles una lánguida
prolongación. El acto creador no es más que un momento
incompleto y abstracto de la producción de una obra; si el
autor fuera el único hombre existente, por mucho que
escribiera, jamás su obra vería la luz como objeto; no habría
más remedio que dejar la pluma o desesperarse. Pero la
operación de escribir supone la de leer como su correlativo
dialéctico y estos dos actos conexos necesitan dos agentes
distintos. Lo que hará surgir ese objeto concreto e
imaginario, que es la obra del espíritu, será el esfuerzo
conjugado del autor y del lector. Sólo hay arte por y para
los demás.
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Entrevista a Carlos Martín Pérez* |
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1. Usted ha desarrollado una exitosa carrera en mundo militar.
¿Cómo fue que empezó a escribir?
Bueno, lo primero puntualizar que mi carrera militar es de lo
mas normal en mi país, así que gracias por lo de “exitosa”.
Empecé a escribir a finales de los años 90, creo que por
probar qué tal se me daba. Y también porque sentía la
necesidad de transmitir estos conocimientos que casi nadie
suele transmitir.
2. Hace meses ocupa el
puesto número 1 en ventas, en nuestra
editorial. ¿Cuál diría que es la clave para seducir tantos
lectores?
Tal vez escribir de forma clara y transmitir las ideas sin
rodeos. Como me dijo un lector: llamar a las cosas por su
nombre. No soy nada “políticamente correcto”. Tal vez es lo
que notamos en falta en los líderes actuales... y por eso no
nos fiamos de ellos.
3. ¿Qué libros le gustan a usted? ¿Qué autores tiene como
referente?
Como libros de cabecera recomiendo
El arte de la guerra (de Sun
Tzu), El arte de la prudencia (de Baltasar Gracián) y toda la
obra de
Nicolás Maquiavelo y Baltasar Gracián. Estos
personajes escribían autoayuda de la buena y decían verdades
como puños.
4. ¿Con qué personajes de la historia se queda, si tiene que
elegir modelos en pensamiento estratégico?
Con el General Zhuge Liang del período de los Tres Reinos en
China. Y por supuesto, con Sun Tzu. Ambos siguen en vigor
después de 2.500 años. El pensamiento del lejano Oriente es
muy válido para cualquier cultura. Además, pensando en
“oriental” logrará muchas sorpresas exitosas en una sociedad
como la nuestra cuya “cultura” de moda es el modelo
anglosajón. Y tal y como está creciendo China, no está de mas
conocer su legado porque ellos ya nos han estudiado a
Occidente.
5. ¿Cómo se le ocurrió que estrategias pensadas para un
contexto de enfrentamiento militar podrían servir para mejorar
nuestra propia vida, en sus diferentes aspectos?
En la Academia Militar tuve un profesor que explicaba la
táctica poniendo ejemplos de la vida diaria. Y a mi siempre me
ha dado resultados. Así que investigué y creo que es la mejor
autoayuda que hay. Ordena la mente, impide el fatal autoengaño
y sirve para casi cualquier aspecto de la vida. Si se fija, en
definitiva, es lo mismo que las artes marciales: son una vía
para perfeccionar al ser humano.
6. ¿Cuáles son sus próximos proyectos editoriales? ¿Tiene
pensado un nuevo libro?
Tengo previsto acabar en breve un libro sobre estrategias en
la antigua China. Y mas tarde, seguir en esa línea. Aunque tal
vez haya alguna sorpresa y publique algún libro sobre temas
totalmente diferentes.
*Carlos
Martín Pérez
es experto en estrategias. Ha aplicado su formación
profesional (es Oficial del Ejército Español) a pensar el
desenvolvimiento de las situaciones humanas y en cómo
aprovechar las reglas bajo las que parecen guiarse en
beneficio propio. Es autor de
El gran juego y
Estrategia y mente. El código del gran
juego.
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El...
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3 de junio de 1924
murió
Franz Kafka, escritor
checoslovaco.
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11 de junio muere
Juan José Saer, escritor argentino. Había nacido en
1937 en la provincia de Santa Fe, y residía en Francia
desde 1968. Autor de cuentos, novelas y ensayos traducidos
a varios idiomas, Saer es considerado uno de los
escritores más destacados de la literatura argentina.
Entre
otras obras, se pueden citar Unidad de lugar
(1967), Cicatrices (1969), Nadie nada nunca
(1980), El río sin orillas (1991) y Lugar
(2000). En octubre de 2004, Saer fue distinguido con el XV
Premio Unión Latina de Literaturas Románicas.
De su
obra La Mayor (1976), hemos extraído el relato "En
el extranjero":
“La nada no ocupa mi
pensamiento sino mi vida, me decía, hace unos días, en una
carta Pichón Garay. Durante las horas del día no le dedico el
más mínimo pensamiento; y mis noches se llenan de sueños
carnales. Ha de ser porque la nada es una certidumbre, y hay
una raza de hombres a la que debo, presumiblemente,
pertenecer, que no baila más que con la música de lo incierto.
Así me escribe a veces, desde el extranjero, Pichón Garay. O
también: el extranjero no deja rastro, sino recuerdos. Los
recuerdos nos son a menudo exteriores: una película en colores
de la que somos la pantalla. Cuando la proyección se detiene,
recomienza la oscuridad. Los rastros, en cambio, que vienen
desde mas lejos, son el signo que nos acompaña, que nos
deforma y que moldea nuestra cara, como el puñetazo la nariz
del boxeador. Se viaja siempre al extranjero. Los niños no
viajan sino que ensanchan su país natal.
Otra de sus cartas traía la siguiente reflexión: el ajo y el
verano, son dos rastros que no vienen siempre desde muy lejos.
El extranjero pone en evidencia su irrealidad. Estoy tratando
de decirte que el extranjero -es decir, la vida para mi hace
siete años- es un rodeo estúpido, y tal vez en espiral, que me
hace pasar, una y otra vez, por la latitud del punto capital,
pero un poco mas lejos cada vez. Releyéndome, compruebo que,
como de costumbre, lo esencial no se ha dejado decir. O
incluso: dichosos los que se quedan, Tomatis, dichosos los que
se quedan. De tanto viajar las huellas se entrecruzan, los
rastros se sumergen o se aniquilan y si se vuelve alguna vez,
no va que viene con uno, insaciable, el extranjero, y se
instala en la casa natal.”
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14 de junio mueren
Lewis Carroll -en el
año 1898-, Gilbert Keith Chesterton -en 1936- y
Jorge Luis Borges, en 1986.
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21 de junio de 1905 nace Jean Paul Sartre.
Teórico del individualismo (“Quien es auténtico, asume la
responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de
ser lo que es”) y del existencialismo, es sin duda uno de
los pensadores clave del siglo XX. Retrató la náusea
del hombre contemporáneo perdido en un mundo sin dioses ni
sentido. Trató desde la filosofía y la literatura temas
como la soledad, la muerte, la subjetividad o la libertad.
Nadie personificó como él al intelectual comprometido con
su tiempo; pocos han asumido de forma tan radical
convicciones y gestos que la opinión pública podía
denunciar como contradictorios: siendo un fervoroso
comunista, condenó la invasión soviética de Hungría, apoyó
la revolución maoísta; rechazó el Nobel de
Literatura, pero reclamó el dinero; combatió en la
Resistencia y estuvo en las barricadas del 68 francés.
Este
día también nació, en 1948, el escritor británico Ian
McEwan, escritor británico.
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25 de junio de 1984
moría Michel Foucault, filósofo y autor de
importantísimas obras del pensamiento, como Vigilar y
castigar, Historia de la sexualidad y Las
palabras y las cosas.
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literario? Puede hacerlo escribiendo a [email protected].
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